Quantcast
Channel: El diagnóstico enfermero
Viewing all articles
Browse latest Browse all 249

Riesgo de compromiso de la dignidad humana

$
0
0

 

Tú que puedes haz lo siguiente: túmbate en la cama boca arriba, bien alineado y mirando al techo. Quédate totalmente inmóvil y piensa, por un momento, que nunca más podrás volver a mover tu cuerpo por ti mismo. Nunca más. Seguramente, si lo has pensado como si ésto fuera a suceder en realidad, la idea te suponga cierta angustia e incomodidad... 

Hay muchas personas en esa situación. El caso más cercano, con el que he vivido desde hace 37 años, mi padre. Tetrapléjico tras un accidente de tráfico a los 30 años. Ojo, que no escribo esto para dar lástima al prójimo ni mucho menos. No necesita ser compadecido sino ser tratado como uno más. La inmovilidad de su cuerpo no es más que una discapacidad física. Limitante, por supuesto. Y que le supone una total dependencia para casi todas las actividades de la vida diaria. Pero solo una discapacidad física. No es un enfermo crónico, ni alguien a quien haya mirar con pena. Solo de igual a igual. Esto, por desgracia, no siempre ocurre. Además, el hecho de no poder mover su cuerpo, hace que trabaje mucho más su mente. Y así ha vivido siempre, "matraquillando" las cosas. Afortunadamente, nuestro pater familias puede mover ambos brazos articulando sus muñecas, codos y hombros. Pena que no pueda mover los dedos de las manos ni hacer el gesto de la pinza con ellos, pues esto le hubiera dado mucha más autonomía. No obstante, tiene una vida social muy nutrida. Se desplaza en silla de ruedas eléctrica y sale a diario a pasear, a ver a sus amigos, a tomar café o ir al fútbol.

Cualquier cosa que le afecte a él nos afecta a todos. A nuestro núcleo familiar. Al más cercano y al ampliado, de forma concéntrica hacia afuera, hacia un gran grupo de familiares y amigos. Que son muchísimos. Es y ha sido siempre una persona muy querida por todos. Fue un fantástico jugador de fútbol en Tenerife. Es un tío sencillo, humilde, callado, observador, precavido, prudente, pensativo, educado y con un gran corazón. Ha dedicado su vida, desde que volvió del hospital de lesionados medulares en Toledo (allá por el año 84) a sacar adelante su familia. Parece difícil dada su situación pero lo digo refiriéndome a que ha sido el cerebro de la casa. Por supuesto, que su cuidadora principal, mi madre, que vio como su marido quedaba en silla de ruedas cuando ella apenas tenía 26 años y con dos hijos de 6 y 4 años, ha sido y sigue siendo el motor de todo. Estando muy muy desgastada en la actualidad, dada la sobrecarga continuada como cuidadora principal durante tantos y tantos años. Sin respiro, ni uno solo. Siempre cuidando, 24 horas, 365 días al año. 37 años. 

Mi hermano y yo hemos sido observadores participantes de todo esto. Siempre protegidos por estos dos monstruos que son nuestros padres. Que nos han dado todo para crecer como dos pibes normales, estudios, vacaciones, reyes, viajes, carnés de conducir, coches. No quiero que esto parezca una cuestión de materialismo. Lo más importante que nos han dado y nos siguen dando a día de hoy nuestros padres es su entrega por los otros, por nosotros y los nuestros, nuestros hijos también ahora. Su ejemplo nos ha quedado para tratar de responderles ahora cuando más lo necesitan ellos. Cuando aparecen, como es normal y lógico, problemas de salud que son consecuencia de tantos años de inmovilidad. Cuando requiere estar hospitalizado, entrando por urgencias y durante un mes ya (a día de hoy) en un entorno totalmente ajeno al suyo conocido. Al familiar. Sin atreverse a tocar el timbre para pedir absolutamente nada. Ni poder subirse por sí mismo siquiera la mascarilla. Asustado además con todo lo que está sucediendo en fechas como éstas. 

De sus vivencias en el hospital hablaremos otro día quizás. Hay para rato. De cuidados y anticuidados. Pero sin señalar a nadie. Simplemente con dignidad y respeto. Pa, tranquilo que no estarás solo.

 


Viewing all articles
Browse latest Browse all 249