Uno de los nuevos diagnósticos de la clasificación 2018-2020 de NANDA-I es el Riesgo de presión arterial inestable. Ahora que está presente puede que nos estemos preguntando por qué nunca antes había sido incluido, siendo uno de los problemas potenciales que tanto "vigilamos" las enfermeras, en cualquier entorno asistencial. En este sentido se trata de la pareja de baile, dentro de la clasificación diagnóstica, que le faltaba a otro diagnóstico de riesgo muy "socorrido" para la práctica enfermera: el Riesgo de nivel de glucemia inestable (que fue incluido en 2006 por primera vez y revisado en 2013).
En Atención Primaria ambos son muy útiles, seguro. Y en hospitalaria también. Son dos de las técnicas que más infinitamente realizan las enfermeras asistenciales: "tomar" la tensión y el "azúcar". Disculpen la coloquialidad del lenguaje.
El diagnóstico que nos ocupa, Riesgo de presión arterial inestable, se presenta en la clasificación 2018-2020 con dos factores de riesgo: inconsistencia con el régimen medicamentoso y ortostatismo. Además, se presentan 19 condiciones asociadas, entre las que se encuentran: efectos adversos de AINES, retención de líquidos, aumento de la presión intracraneal, respuestas del sistema nervioso simpático, uso de antidepresivos... Respecto a su definición se presenta como un problema de susceptibilidad a fluctuaciones en la fuerza de la sangre a través de los vasos arteriales, lo cual puede comprometer la salud de la persona.
El código de este nuevo diagnóstico de riesgo es el 267 y el nivel de evidencia 2.1. Además, está encuadrado en el Dominio 4, Actividad-Reposo, y clase 4, Respuestas cardiovasculares/pulmonares.