Si tomas la cápsula verde todos tus males verán su fin, te comenzarás a sentir mejor, saludable, joven, ágil, sano, a salvo... pero, en cambio, si tomas la cápsula roja tendrás el peor de los finales, tu malestar general crecerá por momentos, aumentarán tu pulso y tensión sanguínea, la angustia te comerá por dentro, poco a poco pero rápidamente, cada segundo te parecerá una eternidad, hasta llegar a pausarse tu respiración e incluso ser visitado por la propia muerte...
Hace un par de días escuchaba un pequeño documental radiofónico que describía el efecto nocebo. Y me atrajo mucho. Ignorante de mí, creo que no había escuchado antes ese concepto. O si lo había escuchado no me había detenido a conocerlo y analizarlo. Hagámoslo ahora pero buscando relación, claro, con la mirada enfermera. La de las necesidades de cuidados. Y es que... ¿Puede tener algo que ver este efecto, determinado por el condicionamiento humano y las creencias, con las necesidades, respuestas y/o experiencias (objetos de diagnóstico)? Ya saben cuál es nuestra opinión, por supuesto que sí.
Entre las bases científicas explicativas de este efecto se encuentra la importancia de cómo cada cual entiende su mundo, lo interpreta, condiciona y, por ende, el organismo -la cara biológica de su ser-, responde a tales interpretaciones. ¿Acaso no son éstas las respuestas humanas tan nombradas en el contexto de los diagnósticos enfermeros? El mundo de los significados y de la atribución de sentido a los hechos supone un trazado para nuestras acciones, como seres humanos, ancladas o lastradas por las necesidades que percibimos tener.
Saber que es sabido, valga la reiteración, que las pastillas "funcionan" peor que las cápsulas y que éstas a su vez peor que las inyecciones e incluso éstas peor que la "FALSA" cirugía, es cuanto menos grandioso para un mayor y mejor acercamiento a la condición humana. Además, se sabe que dos pastillas funcionan mejor que una, y que cuatro son todavía mejores que dos. Todo ello es fascinante y hace que se tambaleen los más robustos cimientos de la medicina clásica, la que pivota sobre la enfermedad y no sobre las personas. Ahora entiendo y, compruebo, por qué muchos pacientes ancianos repetían mucho eso de tener mucha fe en los frascos más que en las cláusulas (refiriéndose a los viales de inyecciones intramusculares frente a las pastillas para mejorar sus problemas agudos de salud).
Existen publicaciones recientes que describen la importancia de evitar el daño innecesario en determinados perfiles de personas que puede suponer un empeoramiento de su estado general de salud asociado a sus características clínicas e individuales. ¡Ojo! porque puede que el uso inapropiado (excesivo, desacertado o impreciso) de los diagnósticos enfermeros podría contribuir al empeoramiento de estos casos lo cual resultaría, además de en una mala praxis evidente, en una amenaza para la seguridad del paciente, lo cual es prioridad máxima desde el punto de vista deontológico. Aquello del primum non nocere.
Otros estudios, también relacionados con el campo de los cuidados y el efecto nocebo, describen por ejemplo, las relaciones entre la ansiedad y el dolor anticipado en la realización de las curas (Woo, 2015) o la efectividad de los medicamentos genéricos (Howland, 2010).