La Organización Mundial de la Salud es clara en este sentido y deccribe la magnitud del problema en una actualización descriptiva del mismo (septiembre de 2019):
- Alrededor de 800.000 personas se suicidan cada año en el mundo.
- Además, por cada suicidio consumado, hay detrás numerosas tentativas, las cuales conforman el factor de riesgo individual más importante.
- Se trata de la 2ª causa de muerte en el grupo de edad entre 15 y 29 años.
- Casi 8 de cada 10, más de 3/4, suicidios se producen en países con ingresos medios o bajos.
Es tremendamente revelador que se produzca una muerte por esta causa cada 40 segundos, siendo superior la mortalidad por suicidio que la producida por guerras, homicidios o por accidentes de tráfico. También es de destacar que en la mayoría de países no se haya establecido una estrategia nacional de prevención del suicidio. En España, al parecer, y según informó la Agencia EFE en septiembre el Ministerio de Sanidad se encontraba ultimando dicha estrategia, en el contexto de una nueva actualización de la Estrategia Nacional de Salud Mental 2019-2024. Los últimos datos revelaron otra cifra muy preocupante: "... el año pasado más de 300 niños y jóvenes menores de 30 años se quitaron la vida en España..."
Las muertes por suicidio afectan al menos a otras seis personas (familiares y seres queridos) según el Instituto Nacional de Estadística, por lo que cada año unas 18.000 personas en España padecen las trágicas consecuencias del suicidio. Se resalta la importancia de la Continuidad de los Cuidados, cuando se produce algún intento suicida, entre la atención en urgencias y el seguimiento en los equipos de atención primaria.
Las enfermeras ¿qué podemos hacer respecto a esta situación? Lo tenemos claro ¿verdad? Diagnosticarla. El Riesgo de Suicidio (00150) es un Diagnóstico Enfermero de Declaración Obligatoria (DEDO) que está infrautilizado. Las enfermeras tenemos la responsabilidad de valorar este problema potencial en determinadas poblaciones de riesgo: adolescentes o jóvenes con determinadas características sociales y/o de personalidad, personas mayores que viven solas, aquellos que padecen problemas de salud altamente incapacitantes y que generan importante sufrimiento, así como personas con problemas de salud mental. Por supuesto, aquellas personas que han realizado intentos previos, como se comentó anteriormente. En las últimas fechas, hemos trabajado algunos casos de pacientes crónicos de alta complejidad cuyo diagnóstico prioritario era el Riesgo de Suicidio.
Un estudio reciente, publicado en la revista estadounidense Nursing Open y disponible a texto completo de modo gratuito, describe que las enfermeras de una unidad psiquiátrica infradiagnostican este problema a pesar de encontrar entre los pacientes factores de riesgo claros que determinan su presencia.
El diagnóstico Riesgo de Suicidio (00150) dentro de la clasificación de NANDA-I fue aprobado en el año 2000 y revisado en 2013 y 2017. A pesar de ello y de, como hemos advertido, tratarse de un grave problema que ofrece un importante trabajo comunitario por parte de las enfermeras, sería retirado de la edición 2021-2023 de NANDA-I si no se completa el nivel de evidencia 2.1 o superior. Creemos que publicaciones como la comentada anteriormente cubre tal necesidad de mejora respecto al nivel de evidencia y confiamos en que este problema se mantenga en nuestra clasificación pues se trata de una necesidad de cuidados prioritaria.