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La mirada, a través de "las gafas" de Irene Parrilla

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En el post de hoy queremos dar voz a una compañera y amiga, Irene Parrilla, enfermera comunitaria de enlace en Tenerife, que ha participado y ha sido finalista del Premio "Relatos Comunitarios de la Cátedra de Enfermería Familiar y Comunitaria de la Universidad de Alicante 2019". Enhorabuena.

Su escritura lleva por título "Las gafas" y, a través de ellas, pretende acercarnos un poquito a su quehacer diario, a su rol de nexo entre quienes tienen necesidades de cuidados y no pueden "acercarse" al sistema sanitario por impedimentos físicos y/o sociales. Paradójico ¿verdad? Pero muy cierto. Hay muchas personas, y desafortunadamente cada vez más por el grave problema de salud pública que resulta ser la soledad y el aislamiento, que precisan ser captados y atendidos en su propio domicilio. Y para esto hay que "salir a la calle" y "estar en la calle". Las enfermeras de atención familiar y comunitaria no pueden quedar atrapadas (y en parte lo están) dentro de sus consultas, dentro de los centros de salud. La alta demanda de los "hiperfrecuentadores" en atención primaria impide, en no pocas ocasiones, que se trabaje realmente con la población que más necesidades tiene, que no son precisamente estos hiperfrecuentadores. Es la ley de la oferta y la demanda. Yo demando atención y puedo desplazarme al centro de salud y la encontraré, en forma de citas programadas o, como es habitual, con un "fuera de hora". ¿En qué medida estamos alimentando a un grupo de grandes consumistas que no son realmente quienes precisan la atención prioritaria? Creo explicarme...

Por ello, debemos ponernos las gafas de nuestra amiga Irene Parrilla y cambiar la mirada...

"Las gafas":

El cuidado que no se ve, el que necesita de unas gafas especiales para ser visto, es el cuidado al que me dedico. ¿Qué tiene de especial para que se precisen unas gafas para verlo? Es especial porque la persona no lo busca, no lo demanda, no lo ve como una necesidad, porque esa persona no ha sido vista por el sistema sanitario o su acceso al mismo es consecuencia de la imposibilidad de acceder y lo ha hecho por los medios de atención urgente, tras la ayuda de un vecino que lo ha dejado de ver durante unos días, o las repetidas veces que acude a la farmacia porque se le había olvidado algo, o por un familiar que no sabe qué hacer porque lo puede cuidar. El paciente no entra con cita o sin ella, por sus propios medios al centro de salud.

Se trata de un cuidado silencioso, escondido en las casas de las personas, quienes abren sus puertas a una desconocida, para intentar acercar el cuidado a sus hogares y retomar el cuidado abandonado o perdido por alguna causa. Hogares lejanos, dispersos, sin transporte ni cobertura, que no salen en el maps, o si lo hacen su número está equivocado. Una aventura diaria. 

Soy enfermera comunitaria de enlace. Soy una enfermera que ejerce de enlace entre las personas y el centro de salud donde trabajo. Intento facilitar la accesibilidad a los recursos sanitarios a las personas que por motivos de pérdida de autonomía, soledad, dispersión geográfica, enfermedad terminal, merma de sus recursos económicos... no pueden acceder por sus propios medios al centro de salud más cercano. Pero, sobre todo, hago atención al cuidador, persona necesaria para que el cuidado se mantenga en casa y no acabe innecesariamente en un saturado servicio de urgencias. Cuidado que es base de nuestro pilar sanitario y, sin embargo, tan poco considerado. Ese apoyo a las personas, mujeres en su mayoría, que se apartan de su ejercicio profesional y proyectos vitales, de su vida social, para entregarse por completo al cuidado de sus padres, hijos, tíos...

La jornada comienza al arrancar mi coche, no el de empresa pues no tengo. Herramienta necesaria como cualquiera de las que podría contener un maletín sanitario. Sin mi "Platero" no iría a ningún domicilio. Una vez localizado el destino y tras una breve presentación y con el permiso concedido para acceder a sus vidas, realizo una valoración integral por patrones funcionales y un plan de cuidados de enfermería que pactaré con la familia y paciente, así como con su médico y enfermeros de referencia o, si fuera necesario, con otros profesionales del equipo. A veces pactar no es fácil y no todo vale. Tampoco tenemos un abanico infinito de soluciones. Eso no es real. Pero lo que se puede informar y orientar sobre cuidados y recursos disponibles, así como el apoyo al cuidador hacen que los cuidados invisibles valgan la pena, aunque no puedan ser vistos sin esas gafas especiales. Me considero afortunada por ello, yo tengo esas gafas. Soy enfermera comunitaria.  




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