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Channel: El diagnóstico enfermero
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Fundamentación de la terminología ATIC

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Hace pocos días tuvimos la oportunidad de reunirnos en Tenerife con Lala Juvé y su editor, para hablar en persona de la taxonomía de diagnósticos enfermeros ATIC. El encuentro fue bastante productivo y agradable. Ciertamente, detrás de esta terminología de interfase hay un trabajo de muchos, muchos años. Pero un trabajo muy bien hecho además. Su autora, Lala Juvé, ha tenido la amabilidad de pasarnos las publicaciones que fundamentan ATIC como taxonomía diagnóstica y se trata de un trabajo ingente. Pudimos compartir algo más de tres horas de charla distendida con nuestros colegas y amigos Alfonso García, profesor titular de Enfermería de la Universidad de La Laguna, y Domingo Fernández, enfermero del Departamento de Sistemas de Información de nuestra Gerencia de Atención Primaria.


Se trata de una terminología de interfase, cercana al lenguaje natural. Algo necesario para la clínica. Los niveles de ambigüedad de los términos diagnósticos deben reducirse al máximo posible para que las enfermeras del ámbito asistencial vean reflejadas las necesidades que atienden en los enunciados de problemas que utilizan en los registros de salud. 


La fundamentación filosófica de ATIC fue publicada en una serie de artículos (concretamente tres) en la Revista de Enfermería ROL durante el año 2012. En ellos se exponen cuestiones fundamentales como ¿De qué se ocupan las enfermeras?, ¿qué problemas resuelven? o ¿qué resultados obtienen? 

"ATIC es una terminología multiaxial que incluye fenómenos de interés disciplinar en forma de conceptos que reflejan los estados, problemas, situaciones y respuestas de salud de los que se ocupan las enfermeras; las acciones e intervenciones que realizan; los estados o resultados que evalúan y las especificaciones concretas de cada uno de estos ejes (sujeto, juicio, localización, presentación/temporalidad, potencialidad, o medio, entre otros)". 

Como Juvé nos contaba, se busca una orientación práctica, basada en el pragmatismo, destinada a la resolución de problemas de la asistencia. 

En la conceptualización de la persona, destinatario de la atención enfermera, se integran tres dimensiones: el ser físico, el ser consciente y el ser autónomo. Cada una de ellas conformada por una serie de componentes. Por ejemplo, el ser autónomo se define como "conjunto de facultades físicas y psicoemocionales necesarias para responsabilizarse de uno mismo, gobernar la propia vida en una relación de respeto con los demás". Está integrado por los componentes: autocuidado, desarrollo, voluntad y toma de decisiones.

En el tercero de los artículos de fundamentación se explican los conceptos paradigmáticos de Salud, Entorno y Enfermería, ahondando en ellos desde una perspectiva de equilibrio multidimensional. Se define la Enfermería como: 

"... la disciplina científica que se ocupa del estudio de los estados de salud de las personas, sanas o enfermas, en todas las etapas de la vida y sus transiciones, en el contexto de su entorno y su experiencia, para ayudar a promover, mantener o restablecer el equilibrio de la integralidad multidimensional, del ser físico, el ser consciente y el ser autónomo, o contribuir a una muerte digna". 

También en 2012, se publicó en la edición española de la Revista Nursing la evaluación inductiva de la estructura de la terminología de interfase desde la conceptualización del proceso enfermero. En las conclusiones de este paper se apuntan posibilidades de mejora de los vocabularios enfermeros existentes "... especialmente en cuanto a la especificidad de sus conceptos". No obstante, apunta elegantemente como no puede ser de otra manera "Esta conceptualización interpretativa del proceso enfermero no pretende restar el enorme valor de las obras eruditas que a lo largo de los años han contribuido al desarrollo teórico". 

Durante toda la mañana, nos dimos cuenta aquel día que Lala Juvé no pretende ofrecer un sistema diagnóstico alternativo a NANDA-I. Además, así nos lo recalcó en un par de ocasiones. ATIC es un desarrollo que nace de necesidades de la misma práctica. Las enfermeras precisan reflejar en las historias de salud necesidades de cuidados que se asemejen a lo que observan en su día a día. En este sentido, sabemos que, en no pocas ocasiones, los enunciados principales de muchos diagnósticos de la clasificación de NANDA-I se alejan un poco de los problemas cotidianos que atienden las enfermeras y resultan abstractos en cierta medida. Por ello es muy útil disponer de elementos más "tangibles". Creo personalmente que ATIC aporta y cubre buena parte de estas demandas de las enfermeras asistenciales. 

Tanto Lala como su editor nos ofrecieron ATIC como una terminología diagnóstica candidata a ser empleada en nuestros soportes informatizados de historia de salud. Claro está que no somos nosotros quienes tomamos estas decisiones pero trataremos de tender puentes para que se valore la propuesta. Concretamente, nos mencionaron que no se contemplan pagos ni licencias descabellados por el uso de ATIC. El dinero no sería un problema, vaya. Literal. Incluso existe la posibilidad de conceder una concesión temporal gratuita para que la terminología sea probada por un servicio clínico o grupos de profesionales interesados. Más que atractiva la propuesta. "Si por mí fuera la subiría mañana a nuestro programa de historia..." (eso les dije de inmediato) "... y que sean las enfermeras quienes decidan, con su uso, si ATIC les resulta útil en mayor o menor medida". 

Mi opinión personal es que ATIC conforma un amplio abanico de necesidades de Enfermería, motivos de consulta, problemas de salud, cuestiones relacionadas con ella... Algo distinto a lo tradicionalmente conocido como diagnóstico enfermero. Sé que para muchos algunas de estas cuestiones "no son diagnósticos de enfermería". Pero para muchos otros sí. No quiero entrar en discusiones de este tipo. De fondo. Pues estamos ahora con las de forma. Y tengo una visión demasiado alternativa en asunto relacionados con el purismo taxonomicista. Para mí todo aquello que pueda ser detectado-atendido-mejorado por una enfermera es susceptible de ser diagnosticado por ella. Así de amplios son las cuestiones diagnósticas para este que escribe. Siempre que la enfermera tenga algo sobre lo que intervenir es muy probable que haya algo también que diagnosticar-identificar-denominar. Espero explicarme. No es difícil de entender, sea o no compartido de la misma manera. 

Seguimos: la validez aparente y la validez de contenido de la terminología de interfase ATIC fueron publicadas, también en 2012, en el Open Journal of Nursing. La validez de criterio convergente, con NANDA-I, en el International Scholarly Research Network. Sobre la fiabilidad se publicó un manuscrito en 2013 en la prestigiosa revista International Journal of Nursing Studies. Y además un par de publicaciones más relacionadas con las intervenciones enfermeras de ámbito psicosocial y la validación de un nuevo diagnóstico en el contexto de la inmadurez neonatal. 

En fin, creo firmemente que debiéramos estudiar a fondo las cualidades que puede ofrecer la terminología ATIC a los distintos contextos clínicos. Más aún habiendo sido construida y validada en nuestro entorno español. Nosotros empezamos desde ya porque todo apunta a que esta terminología dará que hablar de inmediato. La fundamentación y el rigor con que ha sido construida es enorme. No hay más que detenerse a leer cualquiera de las publicaciones mencionadas. O incluso la tesis, donde se describe todo el trabajo. 

Enhorabuena Lala.


El Renacimiento

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El Renacimiento fue un amplio movimiento cultural de los siglos XV y XVI producido en Europa Occidental que modificó la forma de ver y entender las ciencias, tanto las naturales como las humanas. Fue fruto de la difusión e inmersión en las ideas del humanismo y su máximo exponente se ubicó en la ciudad de Florencia. El Renacimiento fue tomado como "... la vuelta a la contemplación libre de la naturaleza tras siglos de predominio de un tipo de mentalidad más rígida y dogmática, propia de la Europa medieval..." Y por aquí vienen las similitudes con la ciencia del cuidado, ¿necesitamos renacer? ¿volver a mutar? ¿convertirnos en cuidadólogos? Al menos podemos hacérnoslo mirar... 


Hoy tengo el placer de escribir desde Alcalá de Henares, un lugar fantástico, cuna del mismísimo Cervantes, que por cierto era el nombre del colegio en que estudié cuando era niño... Nada como atribuir sentido y significado a las vivencias... ¿Casualidad? Seguramente, pero tal vez no... 

Desde este lugar tan hermoso percibimos la obligación de escribir algo sobre el motivo de nuestra visita y sobre quienes fueron culpables de traernos. Los enfermeros renacentistas del Máster de Gestión y Aplicación del Conocimiento del Autocuidado. Una gente "muy rara". Dicho desde el cariño y el conocimiento de que son "extraños" (como nosotros) porque insertan en sus discursos y en sus pláticas sobre el cuidado conceptos y modelos para nada frecuentados por las enfermeras "normales", el común de las enfermeras. Estos pensadores hablan e integran en su práctica investigadora y docente cuestiones relacionadas con Wittgenstein, Heisenberg, Rogers, o cualquier otro científico cuya propuesta conceptual tenga interés para la disciplina del cuidado. Son mentes abiertas, renacentistas, diferentes. Poco comunes. Que no se han dejado arrastrar por las corrientes ordinarias del pensamiento enfermero predominante. Son cuna, diría yo, española y europea de una ciencia del cuidado tal cual yo también la entiendo - la Cuidadología. Representan un reducto que se resiste a sucumbir en las cuestiones normales, frecuentes y habituales. Y lo hacen para dedicarse a charlar y generar ideas de investigación empleando la lógica difusa, algoritmos matemáticos de cuidados, computación de datos a gran escala, la teoría de la helicidad, la relación entre los requisitos de autocuidado de Orem y los mensajes bíblicos, etc, etc. Me gusta, ¿por qué no? Algo distinto, poco común. Por salir de la rutina. La cuidadología tiene aquí un sano vientre del cual nacer. Un sano vientre en una universidad ¡de 1499! Contranatura ¿verdad? 

Para nosotros es un placer enorme venir a contar nuestra experiencia y actividad docente e investigadora en el ámbito de los lenguajes de cuidado a estudiantes de posgrado en la Universidad de Alcalá. Desde Canarias hasta Alcalá de Henares. Sin pasar por la casilla de salida. Sin pagar los cánones de los capos que dominan el pensamiento enfermero. Como almas libres que fundamentan el uso de los lenguajes desde una visión transgresora, pragmática y lógica. Esperada por las enfermeras asistenciales. ¿Qué necesitan?: eso buscamos. Probablemente no habría lugar mejor para éstos planteamientos que éste Máster. Donde un pequeño grupo de enfermeros y enfermeras jóvenes y sobradamente preparados están dispuestos a seguir su camino aunque no sea el marcado por los mapas del mundo conocido. Esto solo lo hace un grupo convencido de que su senda es correcta y les llevará a encontrar lo que buscan, una manera adecuada para contribuir a generar conocimiento en el campo de los cuidados.  


Yo les prometí rellenar la pizarra con los conceptos centrales tratados durante nuestra masterclass. Y lo conseguimos, claro que escribiendo las letras muy grandes y dejando algún espacio en las esquinas como puede verse en el testimonio fotográfico. Pero no importa, nunca antes había escrito una pizarra tan grande, jeje. Espero que les gustar nuestra aportación y si no por lo menos que lo hayan pasado bien. Yo sí lo disfruté. Gracias por la oportunidad.


Cuento del Ciclo del Continuum del Cuidado (I): El Fantasma del Pasado

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La Navidad ya pasó, lo sé. Sin embargo, ha hecho tal frío que no he podido evitar recurrir a la literatura “clásica de invierno”. Al menos, es literatura “clásica de invierno” para mí, pues siempre se lee en épocas frías, en el sofá con la manta y una bebida caliente (lo mejor es el chocolate, pero no siempre es posible).

Bien, como iba diciendo entre esta literatura “invernal” está Cuento de Navidad de Charles Dickens de 1843. Es increíble… cuando estás inmerso en una investigación hasta los cuentos de hace unos cuantos siglos, que te los has leído unas cuantas de veces (en la infancia, juventud, …) parecen que son totalmente apropiados para tu estudio. ¡Vamos, que hasta tienen “su ciencia”! Pero las ralladuras de un investigador las dejaremos para otro día, si les parece.

Y sí, descubrí que Cuento de Navidadtiene “su ciencia”, más bien “su cuidadología”,  puesto que encierra el Ciclo del Continuum del Cuidado (supongo que Dickens cuando lo escribió no era consciente de ello, o eso quiero creer). Así que hablaremos de uno de los Fantasmas, el del Pasado, para acercarnos al Ciclo del Continuum del Cuidadode la persona. Otro día les contaré cómo interaccionan los otros dos Fantasmas en este ciclo.
Quizás están pensando “¡Y qué tendrá que ver eso con un blog de diagnósticos enfermeros!” Pues todo… No olvidemos que los diagnósticos enfermeros los presentan las personas, y para esta ocasión será nuestro foco de análisis.

Cuando Dickens nos presenta a Mr. Scrooge, nos sugiere un hombre frío, avaro, antipático, “encerrado en sí mismo y autosuficiente y solitario como una ostra”[1]. Mr. Scrooge presenta unas características propias de la persona que ha ido construyendo a lo largo del tiempo, y que condicionan las capacidades y necesidades de cuidado (en alguna teoría estas características son conocidas como Factores Condicionantes Básicos). Estas características se han ido moldeando con sus decisiones, y junto con los sucesos vitales que le han acontecido, han ido confeccionando la máscara de persona de Mr. Scrooge. [“Llevo encima la cadena que me forjé en vida –replicó el fantasma-, yo mismo me la hice, eslabón a eslabón y palmo a palmo, y me la ceñí por mi propia y libre voluntad… ¿Acaso sus eslabones te son extraños? ...”]1

Podemos decir, para aquellos que son taxonómicos, que Mr. Scrooge presenta sospecha de Deterioro de la interacción social, Disconfort, Sufrimiento espiritual, Deterioro del mantenimiento del hogar. ¿Pero es esta situación devenida por fenómenos actuales?
El Fantasma del Pasado muestra el camino recorrido (y decidido) que va convirtiendo a Mr. Scrooge en la persona que es y que está en el momento en el que le conocemos. Las personas, como Mr. Scrooge, realizan actos ante hechos o fenómenos, que no son más que respuestas humanas en un tiempo. Estas respuestas humanas son catalogadas como adaptadas o no adaptadas por un observador externo, la enfermera, quien etiqueta o no un problema de cuidados o diagnóstico enfermero (NANDA para seguir la normativa vigente) en un momento determinado.

Claro… pero la catalogación de adaptado o no adaptado de las respuestas humanas en el momento presente, se realizará por la continuidad de las acciones llevadas a cabo de manera mantenida, repetida, más como hábito que como hecho puntual.
¿Aparece el Deterioro de la interacción social, Disconfort, Sufrimiento espiritual o el Deterioro del mantenimiento del hogar sin tener unas características previas o una tendencia de cuidado previa característica?
¿Acaso Mr. Scrooge no presentaba ya indicios de alteración del patrón de relaciones, ese “niño solitario que leía junto a un pequeño fuego, […] y olvidado como solía estar”1? A medida que iba pasando el tiempo, las Navidades, se iba deteriorando el entorno y el propio joven Scrooge. Y a veces resulta que va sucediendo un acto, junto con otro que van construyendo la tendencia del hábito de vivir, pero que “ni Scrooge ni nosotros tenemos la menor idea de cómo pudo ocurrir esto…”1, o por lo menos aún no podemos demostrarlo “científicamente”.

La importancia de la tendencia del hábito de vivir… Esa tendencia provoca lo que nos acontece y así lo muestra nuestro Fantasma del Presente a través de las decisiones tomadas en este momento, que no dejan de estar, de alguna u otra forma, condicionada por nuestra máscara, caracterizada por las decisiones y fantasmas pasados. Y esas decisiones presentes, se convierten en tiempo+1 (ya en pasado), y así de manera cíclica, marcando o manteniendo nuestra tendencia.

No obstante, este Cuento, el Fantasma del Pasado, condicionante pero no decisivo, se acaba aquí y por ahora…. Aún queda saber qué pasa con el Fantasma del Presente y del Futuro en el Ciclo del Continuum del Cuidado. Pero eso es otro cuento, que les contaré en otra oportunidad.


Marta Fernández Batalla
Especialista en Enfermería Familiar y Comunitaria
Vocal de la Comisión Nacional de la Especialidad de Enfermería FyC
Investigadora del Grupo MISKC (UAH)


[1] Dickens, Charles. Canción de Navidad. Ed. Destino, S.A. Barcelona,  España. 1998

Menos es más, por Eulalia Juvé.

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"Y ocurrió. Pocas semanas después de que Ruymán escribiera en este blog acerca de cómo se enteró de la existencia de la Terminología ATIC, nos contara su encuentro con el libro ATIC Eje diagnóstico y compartiera sus primeras impresiones sobre su contenido, pocas semanas después decía, coincidimos en su tierra y tuvimos la ocasión de conversar durante un poco más de tres horas con varios colegas, compartiendo nuestras experiencias, en un entorno a la vez académico y acogedor, con una sintonía formidable. Al final de este encuentro me invitó a escribir unas líneas para eldiagnósticoenfermero, que aquí están.

La semana pasada recibí un correo electrónico de un grupo de enfermeras asistenciales que me planteaban varias preguntas sobre el uso de los diagnósticos ATIC y me pedían opinión sobre un caso de un enfermo diagnosticado de Síndrome neuroléptico maligno. En su análisis y priorización, consideraron que los diagnósticos enfermeros que debían registrar en el plan de cuidados eran: Riesgo de recurrencia/progresión de la neurotoxicidad, Hipertermia y Rigidez muscular.

Una de las preguntas que me plantearon fue: ¿Por qué la rigidez muscular no aparece como diagnóstico en ATIC?

En mi respuesta, les expongo que el diagnóstico(s) siempre debe ser reflejo de las conclusiones del análisis y priorización de los datos de la valoración del estado de la persona a quien estamos cuidando. 
En este caso, no dispongo de todos los datos de valoración, pero con la información que me proporcionan, es correcto que enuncien el diagnóstico de Riesgo de recurrencia/progresión de la neurotoxicidad. La hipertermia y la rigidez muscular son manifestaciones de la toxicidad neurológica y, en consecuencia, deberían abordarse dentro del mismo diagnóstico de Riesgo de recurrencia/progresión.

Es frecuente en la práctica profesional identificar un síntoma y enunciar un diagnóstico… y en ocasiones, esto puede ser correcto, pero sólo en determinadas ocasiones. ¿Cuáles? Pues, desde mi punto de vista, esto sería correcto en aquellos casos cuya orientación u objetivo terapéutico sea eminentemente paliativo. Y podría ser aceptable, en el caso de enfermeras principiantes que inician su proceso de aprendizaje experiencial en razonamiento diagnóstico. Más allá, creo que no sería correcto.

De igual modo, muchas enfermeras tienden a enunciar cuantos más diagnósticos mejor. En algunos casos, el número de diagnósticos enfermeros se está empleando para evaluar la práctica o algunos indicadores de proceso o de resultados. Pero, un gran número de diagnósticos identificados puede ser precisamente indicador de una débil capacidad de análisis y síntesis de los datos de la valoración. La pericia diagnóstica requiere de expertía en la valoración.

En un reciente estudio sobre el uso de diagnósticos en pacientes críticos, los autores emplean el número de diagnósticos como predictor de mortalidad. Quizás deberíamos considerar que algunos diagnósticos pueden ser predictores de deterioro agudo o de mortalidad en sí mismos: el riesgo de recurrencia/progresión de la neurotoxicidad es uno de ellos. 


En este y en muchos otros casos, menos es más".

Cuidadología: hacia un marco conceptual

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Hace poco tenía nuevamente con alumnos de segundo año de grado el taller de Metodología Enfermera. "Mentirología" les bromeo yo. En él trabajamos aspectos conceptuales y aspectos prácticos. Lo solemos dividir en dos partes: el sentido del cuidado y el formato del cuidado.


Refiriéndome primero a este último aspecto, les recalco que, desde la perspectiva metodológica, el formato del cuidado es aquello de lo cual se puede prescindir, en este caso, las etiquetas NNN o la historia electrónica. Y me explico, no es que sobre (de sobrar) la terminología estandarizada. Nos referimos con ello (lo de prescindible) a que el formato va cambiando, tal y como hemos vivido desde sus orígenes hasta el momento actual. No solo cambian las clasificaciones "dominantes" sino que éstas a su vez, y como no puede ser de otra manera, se revisan, modifican y se vuelven a publicar en nuevas ediciones. De NANDA-I llevamos ya diez ediciones. Y sobre historia electrónica qué decirles...
Bien, lo prioritario no es, por tanto, el formato del cuidado sino su sentido. Ese es el planteamiento. Y es en este momento cuando les hablo de filosofía. Más concretamente, de filosofía de la ciencia. Y les recomiendo literatura, artículos, películas... Como no puede ser de otra manera. Amar y entender nuestra disciplina es un ejercicio que se inicia desde adentro, desde uno mismo, activa-mente.

Definimos filosofía como el conjunto de razonamientos teóricos sobre los fundamentos del conocimiento, pensamiento y acciones humanas. ¿Y cómo es que esto no está relacionado con el cuidado? Pues claro que lo está. Definimos filosofía de la ciencia como la investigación sobre la naturaleza del conocimiento científico y la práctica científica, ocupándose de saber, entre otras cosas, cómo se desarrollan, evalúan y cambian las teorías científicas... intentando explicar problemas tales como: la formulación y el uso del método científico. ¡Eureka! Pues justo eso es Metodología Enfermera (término que, por cierto, considero totalmente en desuso, anacrónico).

Trabajamos en dicho taller las cualidades del saber científico, la actitud crítica, el razonamiento lógico, la búsqueda de sentido al proceso enfermero y la atribución de un significado. He ahí dos palabras clave: sentido y significado. Previamente hemos definido metodología enfermera como aplicación coherente del método enfermero y método enfermero como conjunto de operaciones ordenadas para obtener un resultado. A continuación hablamos de epistemología, racionalismo, empirismo, definición de ciencia, observación empírica, aproximaciones teóricas, fenómenos enfermeros... Pero también de lo característico de la vida humana, de la naturaleza biológica frente al "ser social", de las acciones humanas, de la experiencia, de las teorías de la complejidad... Y nos acercamos a autores como José Luis Medina o Jerome Bruner. Para descubrir (o más bien recordar) que toda vida tiene un sentido y que las acciones, también las de cuidado, se ejecutan por la intención de su "propietario". En ello nos damos cuenta de que el diagnóstico enfermero no capta dichas intenciones ni contextos. El sujeto social da un sentido a su conducta, a su comportamiento, y a sus autocuidados, claro está. Propone Medina (2006):

"La afirmación de este principio conlleva la negación de un punto de vista positivista para los diagnósticos enfermeros, y la aceptación de una perspectiva interpretativa en la investigación y explicación de los fenómenos en los que la Enfermería se interesa (estos son: necesidades, respuestas y experiencias humanas). Aceptar esta última conclusión significaría que la investigación acerca del diagnóstico enfermero debería sufrir profundas transformaciones metodológicas para captar la sensibilidad subjetiva que constituye su núcleo de intervención, esto es, la persona cuidada". 

Estoy totalmente de acuerdo, la mirada de las personas diagnosticadas debe ser incluida en la investigación del fenómeno a estudio, las necesidades de cuidado. Esa perspectiva subjetiva que de alguna forma guía al profesional a ordenar el plan de cuidados. Si estamos diagnosticando necesidades, respuestas y/o experiencias humanas y no contamos con la opinión "del otro", que es el afectado, creo que muy bien no nos va a ir. Investigar, desde lo subjetivo, cómo el otro percibe sus necesidades y qué sentido/significado atribuye a las mismas, desde una mirada cualitativa, es un panorama para la investigación diagnóstica más que interesante... Y necesario.

Medina apunta hacia una aproximación a los fenómenos objeto del cuidado desde las teorías de la complejidad, donde la Enfermería (o más bien la Cuidadología) se caracteriza como una ciencia no lineal.

"Cuando esos fenómenos no son una mera yuxtaposición de elementos, sino que sus partes tienen fuertes interacciones entre ellas formando una totalidad organizada, como es el caso de los problemas que resuelven las enfermeras, entonces su estudio y comprensión requieren un enfoque holístico y sistémico que capte la dinámica interna que caracteriza a ese fenómeno".


"...los fenómenos representan tal complejidad, que toda aproximación matemática y analítica, todo intento de formalización, supone una hipersimplificación representacional que dificulta sobremanera la comprensión de tales entidades... lo más típico y peculiar de estos procesos es la interacción en su sentido auténtico, es decir, que la actividad de una parte es a la vez causa y efecto de los otros elementos". Por cuestiones como esta, entendiendo el fenómeno diagnóstico de la misma manera, la portada de nuestra obra "Redes y diagnósticos enfermeros" dice: "Como si quisiéramos alcanzar los extremos del océano con una pequeña red. Así de impreciso será siempre el diagnóstico de necesidades humanas".

Imaginen cómo están los alumnos a estas alturas de taller... Pero nosotros seguimos ahí, mostrando convencimiento en aquello de lo que hablamos. Y nos referimos a Kuhn para hablar de las teorías científicas. Recordamos los modelos y teorías en enfermería, bajo la referencia de Marriner y Raile. Y nos detenemos en las teorías de nivel intermedio. Teorías para la práctica. Todo ello en busca de sentido. Como aquel libro de Víctor Frankl pero en versión El cuidadólogo en busca de sentido o La enfermera en busca de sentido (elija usted el título que desee). De pronto encontramos que Marriner y Raile hablan de las teorías de nivel intermedio en términos como:

"... también pueden desarrollarse estudiando e interpretando algunos aspectos de las experiencias vividas por las personas, con el objetivo de entender el significado de los acontecimientos de la vida relacionados con la salud y la enfermería". Pues ¡eureka! otra vez. Ya vamos cerrando círculos. Les insisto, a los alumnos y colegas enfermeros, que no puede enunciarse un diagnóstico sin confrontarlo con el paciente/familia pues se trata de una necesidad-respuesta-experiencia que "les pertenece". Además, al confrontarlo estamos corroborando la hipótesis o rechazándola. Ordenando prioridades bajo la mirada de quien vive la situación.

Pero vamos un poco más allá. Bajo todo este enfoque es posible y pertinente cambiar la mirada de la valoración enfermera. El cuidadólogo debe hacer una valoración desde cada "historia de vida". Sí, me han entendido bien, quizás debamos prescindir de un mismo marco de valoración que es, a priori, igual para todo el mundo. Salirnos de aquello que pueda representar un corsé. Y es que, cada persona es diferente puesto que sus historias de vida también lo son. Entonces ¿por qué valorar a todos las mismas cosas? Sí, sé que me meto en camisas de once (o doce) varas pero lo digo desde el convencimiento y la prueba de haber trabajado este enfoque desde hace ya algún tiempo. Quizás sea más fácil llegar al diagnóstico desde una valoración de la historia de vida que desde un marco de, por ejemplo, patrones funcionales de salud. Y digo éste porque es el más usado. Al menos en nuestro contexto. La historia de vida se centra en conocer el relato autobiográfico con finalidad terapéutica o de investigación. ¿No es esto lo que ejercitamos en la interacción con las personas a las que atendemos? Yo creo que sí. Especialmente en el contexto comunitario donde conocemos a las personas por quienes son, no por aquello de lo que padecen.

Volvemos a un punto anterior a la valoración. Cuando hablamos de Metodología Enfermera estamos obligados a recordar el sentido del cuidado desde la perspectiva de numerosos enfoques conceptuales de modelos y teorías. Conocer estos enfoques, entenderlos. Y observar el significado del cuidado en diversos contextos clínicos como los que ofrecen las teorías de nivel intermedio: la adopción del rol maternal, la incertidumbre ante la enfermedad, el duelo disfuncional, el modelo de marea en la recuperación de la salud mental, el final tranquilo de la vida... Todos ellos son aproximaciones teóricas probadas en la práctica. Con una argumentación lógica y contrastada, útil para la clínica.

Y, en este punto, nos atrevemos a compartir nuestro propio mapa conceptual, con sus supuestos e hipótesis elaborados desde una mirada ecléctica. Construido fundamentalmente desde una comprensión del ser humano donde el individuo define lo que es su propia salud y elige cómo cuidar de sí mismo tratando de atribuir sentido a sus acciones y de hallarles significado en el marco de una historia vital única e irrepetible. Con autonomía y dignidad.

1- Las personas se mueven en sociedades complejas y en comunidades donde predomina la psicología popular.

2- Cada persona vive, en algún momento de su historia vital, necesidades, respuestas y/o experiencias humanas que son la base para el diagnóstico y pueden precisar cuidados para su alivio, tranquilidad o trascendencia. 

3- En los procesos individuales de salud-enfermedad, las personas experimentan situaciones frecuentes de ambigüedad e incertidumbre.

4- En las interacciones sociales con otras personas, se busca "validar" en la comunidad de referencia los propios significados, tratando de compartirlos y dar sentido a los actos. También a las acciones de autocuidado.

5- Las enfermeras actúan, siendo observadores participantes dentro de estas sociedades complejas, para tratar de comprender los significados de las personas, expresados a través de sus narrativas en lo relacionado con los cuidados de salud y, de este modo, planificar cuidados conjuntos para mejorar las necesidades, reforzar las respuestas y significar las experiencias, disminuyendo, al mismo tiempo, la incertidumbre.

Nos vemos en Valencia

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En menos de una semana todos aquellos profesionales interesados en el lenguaje del cuidado nos encontraremos en Valencia. AENTDE y ACENDIO nos reúnen en un encuentro internacional de primer nivel. ¡Qué bueno será volver a vernos muchos de nosotros que ya nos conocemos! Y qué bueno será también conocer nuevas personas dedicadas al desarrollo enfermero desde la perspectiva del lenguaje.

Además, de las comunicaciones habituales de los congresistas contaremos con una primera conferencia inaugural a cargo de la Dra. AkkeNeel Talsma de Estados Unidos, Wisconsin. Nos hablará sobre los indicadores de calidad en enfermería. Habrá también varios talleres de trabajo, destacando en este sentido el del día 25 de marzo, que impartirá Lynda Carpenito, un referente internacional de los diagnósticos enfermeros. Su sesión llevará por título "Estrategias para la enseñanza del diagnóstico de enfermería para los estudiantes en el aula y para promover la integración en el entorno clínico". Interesante muy.

Por otro lado, los registros electrónicos y la e-salud tendrán especial protagonismo esta vez en un mundo cada vez más ligado al desarrollo y beneficios de las tecnologías de la información y la comunicación en el área de la salud y cuidados. ¿Cómo hacer que su uso beneficie a las personas en su autocuidado y qué relación tienen estas cuestiones con los lenguajes enfermeros? Espero encontrar allí algunas respuestas o al menos reflexiones que nos permitan profundizar en el tema.


Seguro que disfrutaremos además de las personas. Como siempre, estos encuentros sirven para estrechar lazos, establecer redes y, por qué no, pasarlo bien. Pues la vida es eso. La excusa, nuestra excusa para pasarlo bien son los diagnósticos enfermeros.

Allá vamos, desde Canarias, Tenerife, el próximo jueves, a compartir y divertirnos. Nos vemos muy muy pronto.

11º Simposium AENTDE - Valencia

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Una vez más la experiencia valió la pena. El Simposium AENTDE permitió reunir de nuevo a un grupo de profesionales interesados en el desarrollo y potenciación de lenguajes enfermeros en la práctica asistencial. Nos quedamos fundamentalmente con esto, con la experiencia. Con las vivencias. Con el encuentro. Nuevamente, el hecho de volver a compartir agradables ratos con amigos de diferentes latitudes de España es suficiente para haber hecho el esfuerzo.

La e-salud fue el lema del evento. Celebrado conjuntamente con ACENDIO, pudimos compartir la perspectiva de esta asociación europea sobre los lenguajes del cuidado. Con un enfoque quizás más orientado a los sistemas informatizados de salud. Pero bastante interesante, por supuesto.

Por nuestra parte, pudimos comunicar al foro los resultados preliminares de nuestro proyecto de investigación financiado por el FIS. Se trata de la construcción y validación de un instrumento para medir los conocimientos en dieta de personas con diabetes, CoNOCidiet-diabetes. Las pruebas apuntan una nueva herramienta, basada en la NOC, válida y fiable, para delimitar las necesidades educativas de personas con diabetes en diversos aspectos sobre la dieta que requieren.


Fue muy grato encontrarnos con autores de renombre en el panorama internacional de las publicaciones enfermeras en cuanto a lenguajes de cuidados se refiere: Butcher, Müller-Staub, Swanson, Moorhead, Carpenito... incluso compartir mesa de comunicaciones con algunos de ellos. Y fotografías, por supuesto. Como los fans que buscan a los ídolos, jaja. 



Nos quedamos con el buen humor, con los ratitos vividos, las risas en los tiempos de café y algún que otro paseo por Valencia, pues siempre viene muy bien conocer ciudades como ésta. Magnífica.

No queremos terminar nuestra entrada sin resaltar el nombre propio, a nuestro entender, de este congreso. Carpenito, sin duda. Si alguien destacó por sus intervenciones y por su carisma fue esta enfermera "purasangre", carismática donde las haya, que no ofrece tregua cuando expone su punto de vista. "Ya no se fabrican enfermeras como ella"... Nos gustó especialmente su aportación acerca de los modelos enfermeros y las teorías. Comentó en público que no existe la necesidad de meter con calzador (literal) un modelo enfermero para orientar la práctica pues no siempre es posible esto. Hacía alusión a que en Estados Unidos las obligaban a seleccionar un modelo enfermero desde las escuelas pero que ella prefiere trabajar desde un enfoque centrado en los casos clínicos. En el juicio y razonamiento crítico para cada caso particular. Total lógica y coherencia. No es posible que un solo modelo o teoría valga para todo tipo de situaciones que nos encontramos en la práctica asistencial. Y así lo hemos expuesto siempre desde esta web igualmente. Carpenito señaló que prefiere los marcos a los modelos pues, como citamos, todo va a depender de cada contexto. Fue fantástico escuchar esto de viva voz de quien, a mi entender, humildemente, puede ser la enfermera más representativa (en una sola persona) del diagnóstico enfermero hoy día. Y fue también maravilloso poder compartir coche con ella hacia el aeropuerto, ya de vuelta a casa, y hacerle saber que esta exposición suya nos había parecido muy oportuna y necesaria. Gracias Linda. 

En el panorama español, quisiera destacar, ya que estamos en ello ahora, y sin intención alguna de menospreciar el resto de exposiciones, una conferencia que nos gustó muchísimo. La de la Dra. Silvia García Mayor sobre "La enfermera de práctica avanzada". Nos pareció una profesional preparadísima, con mucho que aportar. Que seguro contribuirá en los próximos años al desarrollo profesional de las enfermeras en España con sus publicaciones de primer nivel de impacto. Muy pero que muy interesante su trabajo. 

El año que viene, el Simposium se celebra en Cádiz. Ciudad fenomenal para disfrutar y repetir de un evento como el de este año en Valencia, acompañado de quienes se ocupan del desarrollo del diagnóstico enfermero y su aplicación a la práctica diaria. De momento, hemos vuelto a casa. Gracias AENTDE, gracias a todos.



Riesgo de caídas en ancianos: ámbito comunitario

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En una revisión sistemática recientemente publicada en la Revista Gaúcha de Enfermagem se han identificado los factores de riesgo de caídas en ancianos en el ámbito comunitario, comparándolos con los contemplados en el diagnóstico enfermero de la clasificación NANDA-I. 


La revisión se realizó en la plataforma EBSCOHost, CINAHL y MEDLINE, entre diciembre de 2010 y el mismo mes de 2014. Se seleccionaron 62 artículos en los cuales se identificaron hasta 50 factores de riesgo. De éstos, 38 son los que están presentes en NANDA-I. Como conclusiones principales, los autores, Mota et al, proponen dos nuevas categorías de factores de riesgo: los psicológicos y los socioeconómicos, no representados hasta el momento en la taxonomía de NANDA-I. Además, la revisión aporta, desde la evidencia disponible, nuevos factores no contenidos en las categorías ya existentes, con lo cual parece conveniente una nueva revisión de dicho diagnóstico enfermero para la incorporación de los mismos. A continuación presentamos una tabla en la que se recogen los factores de riesgo resultantes de la mencionada revisión sistemática no presentes hasta la fecha en la clasificación de NANDA-I.



Negación ineficaz o Disposición para mejorar la identidad profesional

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Hace unos años un veterano colega, enfermero de Atención Primaria, profesor asociado de prácticas en su centro de salud y de los que yo llamo enfermeros "purasangre", me contaba cómo vivió y participó activamente en el movimiento de entrada de la Enfermería en la Universidad.

Me llamó la atención el hecho de que se hubiera mostrado contrario a la denominación de -enfermera- que  sustituiría, a la postre y como sabemos, al término anterior de ATS. Hoy día, las nuevas generaciones asumimos que la denominación de ATS ha representado siempre un rango inferior en la escala profesional, por la A de Ayudante e incluso por la T de técnico. Pero es que en aquel momento, hace 40 años, también el término enfermera representaba un estatus "inferior" pues era justo la misma palabra, con su consecuente evocación social y profesional, que la empleada para  las enfermeras tituladas en 1915 y para los camilleros.

Lejos de dar nada por zanjado ni cerrado, y a colación de mi propuesta cuidadológica, después de un tiempo me he vuelto a encontrar con mi amigo, el veterano colega. Y le he pedido una carta al director que él mismo escribió para una revista de la época argumentando su "No a la Enfermería", a la palabra, al término. Por supuesto, ello no significa que reniegue de su profesión ni de su disciplina, entiéndase, más bien todo lo contrario, les puedo garantizar que lleva el cuidado en la sangre, aunque está a punto de jubilarse.    


A continuación reproduzco su texto:

Estimado amigo:
El motivo de esta mi primera carta a Vd. es para felicitarle por su extraordinaria revista a la vez que apoyo a Miguel Hernández en todas sus ideas.
El problema de la denominación de nuestra carrera arrastra desde hace mucho tiempo. El actual nombre de A.T.S. (Ayudante Técnico Sanitario), no iba acorde con nuestras funciones y jerarquías además de no ser conocido por las gentes, y como ejemplo diré que Kico Ledgard preguntó a una compañera el significado de estas siglas en el programa UN, DOS, TRES. Si un presentador de TVE no nos conoce ya me dirán ustedes quién conoce nuestra denominación.
Respecto a lo de Ayudante no comprendo el por qué de ello, pues nosotros no somos ayudantes de  los médicos ni de nadie, eso sí, somos complementarios pero autónomos e independientes. Nosotros cuando ponemos una inyección no necesitamos ayuda de nadie ni ayudamos a nadie, sino la ponemos y nos hacemos responsables de ella sin más. Me dirán que el médico la receta. Pues muy bien, entonces el médico depende también del farmacéutico que la fabrica sin ser ayudante de éste. Pondré otro ejemplo. A nadie se le ocurre pensar que el médico del laboratorio es ayudante del de medicina interna solo porque lo asesora con sus datos en el diagnóstico final. 
Se ve claramente que las funciones se complementan sin que la de uno se superponga a la del otro. Pienso que igual sucede con nosotros.
Con "enfermeros" sucede peor, pues los antiguos enfermeros tienen un título que les da precisamente ese nombre. Así cuando nos identifiquemos ¿quién sabrá si somos una carrera universitaria o los antiguos enfermeros? Porque puede parecer la antigua carrera ya que la denominación es igual. Habrá que llevar siempre el título en la mano, porque ¿cómo se puede saber cuál de estas dos cosas somos, si no es por el título? ¿No dará esto cabida a más intrusismo, basado en la igualdad de nombre?
Me dirán que lo de menos es el nombre. No, pienso que el hábito no hace al monje pero le da forma.
Además ¿qué trabajo cuesta cambiar el nombre y hacer las cosas bien hechas? No se nos puede llamar enfermeros solo por estar con enfermos, lo mismo que al profesor de Educación General Básica no se le puede llamar niñero solo por estar con niños.
Nosotros debemos "exigir" un nombre de acuerdo con nuestro prestigio. Podría ser Técnico Diplomado en Sanidad o cualquier otro. Todo menos "Enfermeros". 
Sin más y dándole por anticipado las gracias se despide de usted un colaborador más.

Aurelio de Rivas.

El asunto toca de pleno una cuestión que, para mí, sigue plenamente vigente y de actualidad. Porque el debate sobre nuestra consideración social y reconocimiento profesional está presente aún en el discurso de nuestro colectivo. Todo el tiempo se mantiene esa lamentación melancólica de "qué poco nos consideran" o "no se nos reconoce". Y tampoco es que sea del todo así. Quizás es un fifty-fifty, nos ven-nos vemos.

Bajo mi punto de vista, hay una correlación directa y negativa con el nombre de nuestra profesión, cual agente infeccioso con una enfermedad transmisible. La etimología es incorrecta. El avance de la disciplina requiere de una nueva mutación nominal, una definitiva que incluya en el reconocimiento de quienes somos la única palabra que se ha asociado, se asocia y se asociará siempre a lo que representamos y a lo que hacemos, el cuidado. ¿Les digo cuál es la nueva propuesta?

Para finalizar y observando la parte llena del vaso, e independientemente de cómo se nos llame o nos llamemos, el cuidado que ofrecen las "todavía" enfermeras es tan potente, fuerte y saludable como el caballo de la fotografía que encabeza esta entrada.


Bibliografía: Canarias Paramédica. Revista al servicio de los A.T.S. Noviembre, 1997. Año II, nº 9.


Armando Aguirre, profesor y maestro

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Hoy es un día tremendamente especial. Triste y alegre al mismo tiempo. De alguna manera, despedir por jubilación a un maestro no es nada fácil pues es la constatación de los tiempos dedicados al aprendizaje de sus magníficas enseñanzas. Unos tiempos que ya no volveremos a compartir del mismo modo.

Armando Aguirre es matemático. Pero para mí, y para otros muchos, es un nombre propio dentro de la Enfermería. Puedo decir que he aprendido mucho más con él acerca de los lenguajes de cuidados que de 1000 cursos o 1000 lecturas que pudiera haber realizado sobre el tema. Y, ojo, lo digo sin desmerecer. Es así porque con Armando Aguirre lo que uno hace es construir, deconstruir y reconstruir constantemente los argumentos científicos que nos llevan a adquirir y trabajar sobre un proceso de razonamiento, una mirada crítica, relacionada con los cuidados y la salud. Un enfoque particular que necesita todo el tiempo ser sometido, refutado, revisado, validado y consensuado.

Aprender metodología de la investigación con Armando ha sido una oportunidad única que creo no haber dejado escapar. Durante diez años, he "bebido" de su sabiduría, aprendiendo método, dialéctica, filosofía, matemática, arte y, como no, aprendiendo incluso a disfrutar del buen vino. Yo no conocía el vino pero, en una ocasión, quedamos para almorzar en su casa para celebrar que habíamos terminado el trabajo de mi proyecto de tesis doctoral y me comenzó a contar una historia. La historia de la uva con la que estaba hecho el vino que había comprado para aquel almuerzo, su cultivo, el lugar de donde procedía, el sabor... De pronto le dije: "... pero Armando, yo no bebo vino..." Me miró con cara de sorpresa y disgusto al mismo tiempo y me dijo "... hoy empiezas".

Armando es, sobre todo, un amigo, y hoy se ha despedido en el salón de actos del Hospital Ntra. Sra. de la Candelaria con una charla magistral. Nos ha contado su historia. En cuarenta minutos que para mí fueron cinco. No hace falta que hable aquí de sus cientos de publicaciones de impacto, no es maestro por eso. Es su persona la que brilla esplendorosamente. Su sapiencia la que irradia curiosidad por lo que le rodea, entusiasmo para hablar sobre las cosas, tanto de las más difíciles profesionalmente como de las más cotidianas. Con él hemos aprendido un método para ser mejores personas, bondadosos, ordenados, rigurosos, honestos... pero también astutos, rentables, eficaces, dedicados, perseverantes...



Hoy mismo nos ha contado cómo llegó a Canarias. Su añoranza por el mar lo trajo a nuestra isla de Tenerife. Después de salir de Cuba donde la caída del muro de Berlín le obligó a buscar nuevos horizontes, llegó a Madrid y al poco tiempo necesitó estar cerca del azul infinito del océano. Una necesidad que es probable que solo los isleños entendamos. Morriña ha sido la palabra que empleó en su charla. Armando es alguien que siempre ha dispuesto de su agenda de trabajo para ayudar a crecer a los demás desde el punto de vista profesional y científico pero también, como les he dicho, en lo personal. Su estilo es inigualable y creo que no habrá sustituto para él. No se puede.

Ha terminado su exposición diciendo que vino a Canarias para encontrar no solo un trabajo sino su lugar en el mundo. Y que lo ha encontrado. Dice que nunca se sintió ajeno a este contexto nuestro, y que la palabra extranjero no existe en el léxico canario.

                                        Infinitas gracias, querido amigo.



Gangrena

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"La gangrena representa la muerte parcial de una parte del cuerpo tras de la cual tiene lugar la putrefacción a causa de la acción microbiana. Cuando la parte gangrenada no entra en putrefacción se le da el nombre de necrobiosis; a esta forma se le ha llamado gangrena aséptica para diferenciarla de la anterior o séptica. 
Para la vitalidad celular son necesarias tres condiciones: la integridad del elemento anatómico, su irrigación sanguínea normal y la regulación trófica del sistema nervioso. De faltar cualquiera de estas condiciones puede ocasionarse la muerte celular y basándose precisamente en ello se ha establecido la clasificación de estos procesos" (García Tornel L, Manual del Practicante y de la Enfermera. Bosch: Barcelona, 1938, p. 37).

He sido un iluso. He creído todo este tiempo, durante 15 años casi, que algo podría ser mejorado respecto a los lenguajes de cuidados. Pero me doy cuenta de que no. Seguramente quien estaba equivocado era yo, tratando de hacer ver la necesidad de que todo el colectivo empleara con coherencia y raciocinio un sistema de lenguajes que debiera definir, "simplemente siendo leído", nuestro trabajo.

Los cuidados debieran ser expresados en lenguaje combinado, técnico y natural al mismo tiempo. Pero es tan complejo el ejercicio a realizar que la inmensa mayoría de enfermeras renuncia de partida. Yo me equivoqué. Muy probablemente. Es más fácil utilizar etiquetas. Presumir de un método inherente a ellas, que ni es método ni es científico. Llorar por las esquinas porque no se nos valora socialmente. Cuando quien primero se humilla a sí misma es la propia Enfermería. No hagan mucho caso hoy a mis palabras. Llevo activado el modo crítico, en grado muy.

Sigo por ahí, por los centros de salud parloteando convencido sobre la utilidad de los lenguajes y la necesidad de darles significado con las herramientas que ofrecen los programas de historia informatizada. Les juro que lo dejo todo en ello. Pero ya tengo claro que debo estar en un bucle sin salida cuando sigo escuchando cosas como "eso es muy bonito y a mí me gusta pero no sirve para nada" o "admiramos tu trabajo pero el problema es que el lenguaje es abstracto"... Se me va el alma a los pies con tanta locuacidad y veracidad atribuida. ¿Cómo es posible? me pregunto. No es difícil la respuesta... Vivimos en una zona muy amplia de confort... Las enfermeras estamos asentadas en un paraje la mar de cómodo y poco exigente en este sentido... Ni somos ciencia ni queremos serlo pero presumimos de método científico a la luz de los escaparates donde lucimos muy bien. Ni usamos la razón ni dotamos de criterio a nuestro juicio diagnóstico... pero presumimos de diagnósticos de enfermería y llenamos las historias de etiquetas NNN para enseñar los dientes a los médicos. Aunque luego nos digamos en bajito "eso no sirve para nada". Y se lo contemos a nuestros compañeros y a nuestros alumnos y residentes, que sonríen al mismo tiempo con socarronería. Madre mía, pienso, si no sirve ¿por qué no nos ocupamos en "arreglarlo"? Claro, es más fácil vocear "cuando estén bien y sirvan para algo los usaremos"... Perdonen, insisto, por el tono.

Los lenguajes enfermeros son, sin duda alguna, el hazmerreír de tanto ilustre catedrático, aunque sea un alumno, que tenemos en nuestra disciplina. Son su pérdida de tiempo. Su hora de descanso. Su chiste del día. Algo simplemente divertido o tremendamente aburrido.

Nuestra muerte parcial permanente está asegurada. Lo cual es casi peor que morir del todo. Nuestro cuerpo de conocimientos no existe, no termina (ni terminará nunca) de tomar forma. Una forma propia de verdad. Única. Y es que, claro, somos enfermeras. La palabra nos define en todos los sentidos. Para bien y para mal. Singulares. No sé si nuestra situación clínica es de putrefacción o de necrobiosis pero me parece obvio que ni mantenemos ningún elemento anatómico íntegro, ni la irrigación sanguínea es normal, ni hay regulación trófica de sistema nervioso alguno. La apoptosis es constante y sonante. Y sí, he querido decir constante en lugar de contante como se suele usar.

Renunciamos al lenguaje, al nuestro que precisa tanto desarrollo y puesta a prueba. Renunciamos al juicio diagnóstico. Renunciamos a describir con precisión las necesidades de cuidados en la vida asistencial real. La escritura es imprescindible para comunicar el progreso de cualquier disciplina que aspire a ser metódica, sistemática, progresiva, evolucionada, necesaria. El relato ordenado es la clave para explicar qué tan importante es la enfermería de la que presumimos. Sí, hablo de un método, descrito con ayuda de letras. No necesariamente NANDA, NOC, NIC, aunque crea que, hoy por hoy, estos estándares nos puedan ayudar mucho en el cometido. Quiero referirme a nuestra labor concienzuda para describir necesidades y cuidados, pues en ello está el avance de la investigación que nos ocupa. Pero claro, como el lenguaje es muy abstracto, sirve de poco. Es cosa de americanas. De otras latitudes. Fallan las traducciones. Todo es muy subjetivo y casi se puede poner cualquier cosa. Depende del cristal con que se mire puede ser una etiqueta u otra. Miles de excusas, quizás solo cientos. ¿De verdad estamos solo preparados como colectivo para hablar de lenguajes de cuidados en términos tan superficiales y autodestructivos? Supongo que más bien no nos interesa porque tenemos muchas otras cosas más importantes que hacer como salvar vidas y eso. ¡La verdadera enfermera está en la trinchera! ¡Quemándose las pestañas! Y va uno a decirles que usen lenguajes. No hacen falta. Con Gu Gu Ta Ta nos basta. Pero... entonces no pretendas ser mayor porque la ciencia es cosa de los adultos. Y no me chilles que no te entiendo.

Ansiedad Social

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La ansiedad social, hoy día, es un problema merecedor de algún que otro estudio comunitario desde la perspectiva del cuidado y el lenguaje enfermero. La socialización de jóvenes adolescentes en un medio como el que nos rodea es clave para sus futuros vitales. Más aún cuando, en concreto, la socialización digital realizada a través de las redes adquiere tanta importancia para dichos grupos poblacionales.

La ansiedad social es un problema prevalente, crónico, que debilita la salud mental y afecta en gran medida a adultos jóvenes. Se presenta de forma concomitante con otros problemas de salud como la depresión, consumo de sustancias, bajos niveles educativos y menores logros profesionales, e incluso mayor riesgo de suicidio. Todos estos aspectos lo convierten en un problema importante para la salud pública con una prevalencia conocida del 6,3% en España para las edades de 14 a 17 años (Bragado et al, 1996).

Un estudio reciente (Honnekeri et al, 2017) analiza las relaciones entre los niveles de ansiedad social y el comportamiento y actitud hacia las redes sociales en un grupo de estudiantes, comprobándose la asunción de dichas redes como "refugio" para aquellas personas, sobre todo mujeres, con mayores niveles de ansiedad social.

En la taxonomía de NANDA-I no existe el diagnóstico específico de Ansiedad Social aunque la NOC sí que contempla, desde 2013, la etiqueta de resultado 1216 Nivel de Ansiedad Social. Es definido como Gravedad de la evasión irracional, aprensión, y angustia en anticipación de o durante las situaciones sociales. Lógicamente está incluido en el dominio de salud psicosocial y en la clase de bienestar psicológico y comprende 17 indicadores de resultados.

Acordes a nuestra línea de investigación, y durante este curso académico 2016-2017, hemos llevado a cabo la tutorización de un proyecto de investigación de fin de grado en Enfermería relacionado con esta temática. El planteamiento inicial fue el siguiente:


"Los cambios biopsicosociales experimentados en la adolescencia son significativos y en algunos casos marcan su rendimiento personal a posteriori. El trato con los iguales y la aceptación en nuevos grupos en el contexto educativo conforman y marcan la autoestima de los adolescentes pudiendo generar niveles cambiantes de estrés y ansiedad. En el planteamiento de este proyecto de investigación se propone medir los niveles de ansiedad social en este grupo de población pues el abordaje de tal problema es factible desde las consultas enfermeras de atención primaria en el contexto de atención a la salud adolescente. Además, es posible comprobar qué factores se asocian a mayores niveles de ansiedad para delimitar mejor su atención".

El trabajo, realizado por nuestro alumno Carlos Rodríguez Munguía, ha establecido un sistema de validez convergente a nivel teórico entre los cuestionarios validados y adaptados al contexto español para medir ansiedad social y los indicadores del NOC 1216, obteniendo como resultado principal una batería de alrededor de 35 preguntas que explora en todas las áreas de dicho criterio de resultado el concepto a estudio. Así, el siguiente paso, una vez se ejecute la fase de campo del proyecto, será medir en un grupo numeroso de estudiantes adolescentes la ansiedad social, comprobando la prevalencia existente en una muestra de población canaria y los factores que se asocian a los diferentes niveles.

Indicadores NOC para Nivel de Ansiedad Social.


Estilo de Vida Sedentario: pruebas de validez

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Recientemente el Dr. Guirao ha publicado, en la Revista Española de Salud Pública, el estudio titulado "Validez de criterio y de constructo del diagnóstico de enfermería Estilo de vida sedentario en personas mayores de 50 años" junto a Esperanza Ferrer y Raimunda Montejano, de la Escuela de Enfermería de La Fe, en Valencia.

Se trata de un estudio financiado por el Instituto de Salud Carlos III y llevado a cabo en el contexto de un Centro de Salud de Atención Primaria. Participaron, como muestreo de conveniencia, un total de 85 personas, recogiendo datos de actividad física objetiva en METs semanales, realizándose test de velocidad de marcha, y cuestionarios de actividad física y de calidad de vida (láminas COOP de la WONCA).

De este modo, se pudo comprobar que el diagnóstico enfermero Estilo de Vida Sedentario correlacionó con la medida de actividad física en METs y con la velocidad de la marcha, según la batería EPESE, empleada para la validación de criterio. Además, se obtuvieron valores altos en las pruebas de sensibilidad, 85%, y se comprobó la capacidad diagnóstica del diagnóstico enfermero Estilo de Vida Sedentario para distinguir las personas activas de las que no lo son según la actividad física medida en METs, comprobándose buenos resultados en estas pruebas de validez de criterio y de constructores.

Este tipo de estudios de validación con pacientes, son totalmente necesarios en la actualidad para ofrecer "respaldo" en su uso clínico. Solamente estas pruebas darán el soporte psicométrico necesario para los diagnósticos enfermeros, permitiendo certificar su validez y fiabilidad prácticas y promoviendo nuevas investigaciones relacionadas. Se trata de estudios sencillos en su metodología pero que desafortunadamente aún no abundan lo que debieran, al menos, en nuestro entorno inmediato. Por ello queremos felicitar desde aquí a los autores y animar a nuevos compañeros a iniciarse en esta senda que tan satisfactoria resulta al comprobar la utilidad práctica de lo que muchas veces fue solo teoría...

Desigual

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Hace muy pocos días, el martes 27 de junio, nuestro colega y amigo Domingo Fernández, enfermero, defendió su tesis doctoral en la Universidad de La Laguna. Ha llevado por título "Valoración y diagnóstico comunitario de las desigualdades en salud en Canarias" y ha sido dirigida por la Dra. Sara Darias Curvo, el Dr. Antonio Cabrera y un servidor. 

La investigación realizada por el ya Dr. Fernández ha tenido como objeto principal explorar, en una cohorte de población canaria de varios miles de pacientes, las relaciones entre la clase social y las necesidades de cuidados. Para ello, se han realizado una serie de inferencias diagnósticas, trabajadas por expertos, entre las variables incluidas en el estudio de cohorte CDC-Canarias y las características definitorias y factores de riesgo de la clasificación de diagnósticos enfermeros de NANDA-I 2015-2017, llegando a algo más de una veintena de enunciados formulados mediante reglas cualitativas para su asignación diagnóstica.   

Previa comprobación de la pertinencia de la muestra, se hallaron diferencias significativas entre las personas con clase social baja, medida con el instrumento REI, frente a aquellas con clase social alta. Las primeras presentaban más necesidades de cuidados enfermeros, recibiendo mayor asignación diagnóstica. Igualmente, se pudo comprobar cómo las personas con ascendencia canaria padecían más necesidades de cuidados.

Los diagnósticos enfermeros precisan de mayor investigación desde una perspectiva epidemiológica como la mostrada por el Dr. Fernández. Por ello, nos congratulamos de sus resultados y queremos darle la más sincera enhorabuena desde nuestro blog eldiagnósticoenfermero. Felicidades amigo.



La pérdida como ganancia: parte de nuestra historia

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El día 26 de junio de 2017, Martín Rodríguez, enfermero del Servicio Canario de la Salud, defendió su tesis doctoral "Epidemiología enfermera del duelo en Canarias" y obtuvo el grado de Doctor. Afortunadamente, he tenido la oportunidad de trabajar con él como codirector, codo a codo, y con su director, el Dr. Alfonso García. Pero, sobre todo, más allá de la relación académica, hemos podido trabajar como colegas en la que es nuestra línea de trabajo docente e investigador desde hace 15 años, el duelo, la pérdida y los cuidados al final de la vida. Toda una oportunidad y un placer de camino recorrido. El fruto de nuestras tesis doctorales viene de esa misma línea. Primero defendió la suya Alfonso García, cuya investigación fue cualitativa, trabajando con padres y madres el significado de perder un hijo (2010). A continuación, en mi propio trabajo de tesis, la problemática psicosocial (incluida el duelo) fue abordada mediante la construcción y validación de un instrumento que permitiera a las enfermeras detectarla con mayor facilidad.

Ahora, ha sido el turno de Martín Rodríguez. Un trabajo de corte epidemiológico basado en la revisión y análisis exhaustivo de los registros enfermeros en Atención Primaria de los problemas duelo, riesgo de duelo complicado y duelo complicado. Con terminología NANDA-I, claro está. El valor poblacional de los registros en esta investigación es innegable. Y una puerta más que se abre al mismo tiempo para seguir investigando en lenguajes de cuidados, ahora con muestras realmente importantes. Más de 1100 enfermeras, que trabajan en 105 zonas de salud y atienden a una población de 2,1 millones de personas, registraron exactamente 9063 casos de duelo, tanto normal, en riesgo, o complicado. La tipología de los registros fue analizada comprobando su pertinencia diagnóstica, definida ésta como la adecuación según inclusión de características definitorias, factores relacionados y de riesgo. Además, se comprobaron las asociaciones de los registros de duelo con el padecimiento de patologías crónicas, antecedentes personales y familiares, o el uso de recursos socio-sanitarios, entre otros aspectos. El seguimiento y análisis de los registros se realizó para el periodo 2005-2014, toda una década, pudiendo evaluar factores predictores de duelo complicado y consecuencias de la pérdida respecto a las necesidades de cuidado.


De este modo pudieron, igualmente, describirse las características definitorias principales (para duelo y duelo complicado) por grupo de edad y sexo, así como los factores de riesgo a duelo complicado. En la parte correspondiente a planes de cuidados, se  conocen los criterios de resultado NOC e intervenciones NIC empleados por las enfermeras que atendieron dichos casos de duelo.

Los resultados principales de la investigación están siendo ahora trabajados como manuscritos para diferentes revistas de alcance internacional en el área de interés de la tesis. Esperamos, muy pronto, poder comunicarles las referencias de los artículos resultantes de este trabajo epidemiológico relacionado con la pérdida, los registros electrónicos y los lenguajes estandarizados de cuidados.

Enhorabuena amigo Martín.



Validación española del FHPAST en Atención Primaria

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Esta semana ha defendido su tesis doctoral otra enfermera de Atención Primaria de Tenerife. Inmaculada Sanz, a quien hemos tenido el placer de codirigir, ha defendido su trabajo de tesis con el título "Validación y adaptación de un instrumento de medida de funcionalidad biopsicosocial, en ámbito sanitario rural". Ha estado dirigida por la profesora Dra. de la Universidad de La Laguna Mª Mercedes Novo y codirigida igualmente por el profesor Dr. José Á. Rodríguez. 

Este era un proyecto con varios frentes de investigación abiertos, y del que ya habíamos hablado en entradas anteriores de nuestra web (post1, post2, post3). Ahora, la Dra. Inma Sanz cierra el círculo y culmina la obtención de un instrumento que facilitará la valoración enfermera y que además orienta a diagnósticos. El trabajo completo ha supuesto pruebas de traducción-retrotraducción, validez aparente y de contenido, constructo, fiabilidad, sensibilidad al cambio y factibilidad. 


Como comentaba en su defensa, las enfermeras no disponen habitualmente de tiempo suficiente para hacer valoraciones completas en cada momento y precisan de instrumentos que faciliten la detección de la disfuncionalidad en cualquier área (bio-psico-social) y que además resulten en propuestas diagnósticas. Así, resulta, obviamente, más sencilla la recogida de datos para la enfermera que tras la administración de instrumentos como el FHPAST-versión española realicé una valoración focalizada y orientada hacia donde aparentan estar las necesidades de cuidados.
Toca, en breve, trabajar el manuscrito para las publicaciones resultantes de proyectos como este. Esperemos tengan "salida" internacional y podamos contárselo desde nuestra web eldiagnosticoenfermero.es. 



Felicidades Inma. Gran trabajo. 



NANDA 2018-2020

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Finales de junio de 2017 ha sido la fecha elegida por NANDA-I Inc. para publicar su nueva clasificación de diagnósticos enfermeros, 2018-2020. Es la onceava edición. Pero resulta curioso que en la página web de la organización se publicite aún hoy el libro de la edición anterior, 2015-2017, eso sí ¡un 25% más barato para los miembros! Es decir que casi sin enterarnos, en pleno verano, se publica lo más novedoso, pero primero ¿deben venderse los ejemplares que quedan en stock de la edición anterior? Sinceramente, y desde una ética de actualización científica y respeto por los compradores, no me parece una postura correcta. Pero claro, esto es solo una interpretación de quien escribe. Da la impresión de que importa más vender libros que poner a disposición de los profesionales la última clasificación de diagnósticos enfermeros. Estoy seguro de que con la edición española no va a suceder lo mismo. Por cierto, la editorial también ha cambiado. Ahora es Thieme (primera vez que la escucho, ignorante de mí).

Fue nuestra colega María Gálvez (@Maria_Glvez), especialista en Enfermería familiar y comunitaria, quien se "dio cuenta" de esta publicación tan importante para quienes nos entusiasman y ocupan los lenguajes de cuidados. En su blog La Consulta del EIR de Comunitaria publicó el 31 de julio las novedades al respecto de esta nueva clasificación.

Sin ánimo de entrar en polémicas sobre el modo de publicitar la obra, y ocupándonos por el interés que puedan tener nuestros colegas en su contenido, comentaremos las novedades. Lógicamente, al leer la entrada de María y buscar en Google la disponibilidad del libro, compré la versión kindle ayer mismo y anoche leí todo lo que pude. Hay novedades importantes, más allá de las nuevas etiquetas, las retiradas y las modificadas. Pero empecemos por éstas pues son lo primero a conocer.

La nueva edición contiene 244 diagnósticos. Se han añadido 17 nuevos y 72 han sido revisados por no tener suficiente nivel de evidencia (NDE) modificándose su etiqueta, definición, bibliografía o componentes diagnósticos (características definitorias, factores relacionados, factores de riesgo). Los revisados son diagnósticos que no habían sido revisados después de 2002, cuando se comenzó a notificar dicho NDE. Por otro lado, ocho diagnósticos han sido retirados.

Nuevos diagnósticos enfermeros 2018-2020. Dominio y autores.

Como podemos observar, más de un tercio de los nuevos diagnósticos pertenecen al dominio Seguridad/Protección y más de la mitad (10 de 17) son diagnósticos de Riesgo. Esto revela y realza la importancia de las intervenciones enfermeras de vigilancia, promoción y prevención. 

Diagnósticos enfermeros retirados. Motivos.

Entre los diagnósticos retirados nos queda mucha pena del Riesgo de deterioro de la función cardiovascular, de nuestros colegas Gonzalo Duarte y Begoña Sánchez. Realmente creemos que se trata de un diagnóstico muy útil para la práctica preventiva a nivel cardiovascular y nos encantaría que se lograra esta diferenciación diagnóstica que apunta NANDA-I. Es un diagnóstico necesario en nuestro entorno y seguro que en muchos otros. Tanto para los pacientes crónicos como para el perfil poblacional envejecido, ambas cuestiones asociadas como es lógico.

Se han realizado igualmente revisiones en etiquetas de otros diagnósticos ya existentes en la clasificación.

Entre las otras novedades antes comentadas se encuentra el trabajo de estandarización de los componentes diagnósticos (características definitorias, factores relacionados, factores de riesgo) para unificar su presentación en distintos diagnósticos de la clasificación y que sea posible su informatización y codificación en los soportes de historia de salud electrónica. 
Igualmente, y estas una de las novedades principales a nuestro entender, se han introducido los conceptos "poblaciones de riesgo" y "condiciones asociadas" además de las ya conocidas características definitorias, factores relacionados y factores de riesgo. Las poblaciones de riesgo son grupos de personas con características que les predisponen como susceptibles a una respuesta humana concreta, como características sociodemográficas, historia de salud o familiar, estadios de crecimiento y desarrollo, o exposición a determinados eventos o experiencias. Por otro lado, las condiciones asociadas son diagnósticos médicos, lesiones, procedimientos, dispositivos médicos o agentes farmacológicos. Estas condiciones no son modificables de forma independiente por profesionales de enfermería pero pueden mejorar la precisión del diagnóstico. Como ejemplo de población de riesgo para el diagnóstico Disminución de la participación en actividades de ocio tenemos aquella con edad extrema, y la hospitalización o institucionalización prolongadas. Como ejemplo de condiciones asociadas para el mismo diagnóstico, tenemos la inmovilización prescrita o el aislamiento terapéutico.

En esta edición también nos gustaría destacar los dos argumentos de posición expuestos por NANDA-I:
- El primero se refiere al uso de la taxonomía II como marco de valoración. En relación a ello, NANDA-I deja bien claro que su taxonomía es una clasificación diagnóstica, no un marco de valoración, proponiendo para ello otros ya conocidos y contrastados internacionalmente como el marco de patrones de salud de M. Gordon.
- El segundo hace alusión a la importancia de los diagnósticos enfermeros registrados en los planes de cuidados teniendo en cuenta sus componentes (características definitorias, factores relacionados, factores de riesgo) para mejorar la evidencia disponible y la validación clínica. Esta sería la práctica adecuada para tales objetivos con respecto a los sistemas de información. 

Para finalizar, expresar nuestro deseo de que la edición española esté disponible más pronto que tarde. No obstante, ello no nos exime de conocer las novedades y profundizar en la lectura de su edición en inglés. Hay otras muchas cuestiones que pretendemos seguir explorando de la última NANDA 2018-2020. Pero, para empezar y considerando que estamos en plenas vacaciones, creemos que esto es un buen adelanto. 

Un saludo a tod@s desde el sur de Tenerife.

     


El diagnóstico, nuestro talón de Aquiles

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Para escribir esta entrada nos hemos inspirado en una publicación médica de hace 45 años, cuyo autor es J.G. Howie, que lleva por título Diagnosis - The Achilles heel? El texto completo está disponible a través del enlace.  

El contenido de este artículo es interesante por las semejanzas que presenta respecto al juicio diagnóstico y al juicio terapéutico dentro del proceso enfermero. Nada más comenzar, el autor utiliza una definición (de 1943) del concepto diagnóstico bastante operativa: "fórmula provisional proyectada para la acción".

El planteamiento del manuscrito es más que conveniente también para nuestra disciplina. Expone las dificultades para obtener certeza diagnóstica, e incluso, los handicaps que en el ejercicio clínico ello supone para obtener mejores resultados en salud, presentando las distintas vías de resolución de procesos clínicos con ejemplos concretos.

Bajo una perspectiva bio-psico-social clásica de atención a las personas, se enuncia el diagnóstico para luego proceder con el tratamiento.


No obstante, la experiencia indica que existen varias "rutas" de resolución que, además, coinciden con nuestras propuestas publicadas en el contexto del proceso clínico de atención en Enfermería (Brito y Aguirre. 2014. El diagnóstico enfermero. Concepto, definiciones y clasificaciones. En: El diagnóstico psicosocial desde una perspectiva enfermera. Barcelona: Elsevier). Las fases del proceso no son unidireccionales sino que se participa en ellas de forma casi indistinta en función de la demanda, el momento clínico y las necesidades del contexto de asistencia. Además, el tratamiento (como expone Howie) es muchas veces más eficaz cuando se realiza a partir de los signos y síntomas, incluso antes de llegar a un diagnóstico "definitivo". 


Esto concuerda igualmente con nuestras propuestas sobre la utilidad de los diagnósticos enfermeros "sintomáticos" para un plan de cuidados que persigue el bienestar del paciente y su familia. Más aún cuando no existen en la clasificación de NANDA-I suficientes entidades diagnósticas de tipo síndrome, cuyo desarrollo sugiere la propia organización. 

Lógicamente el nivel de expertez requerido para el trabajo clínico desde estos planteamientos, debe ser medio-alto. Pero no por ello vamos a renunciar a un enfoque que parece totalmente plausible, lógico y coherente. Operativo para la práctica diaria. 

Por ello, desde la función docente, consideramos que las enfermeras (o cuidadólogas) debemos incorporar en la enseñanza del proceso un amplio abanico de posibilidades en su aplicación real. No un sistema unidireccional anclado en estrategias pasadas de enseñanza con una estructura rígida de valoración-diagnóstico-planificación-implementación-evaluación. El futuro de su aplicación depende de cómo se muestre y se demuestre la utilidad del proceso. Y, en consecuencia, la mejor descripción de necesidades de nuestros usuarios y de los cuidados prestados.
     

Riesgo de presión arterial inestable

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Uno de los nuevos diagnósticos de la clasificación 2018-2020 de NANDA-I es el Riesgo de presión arterial inestable. Ahora que está presente puede que nos estemos preguntando por qué nunca antes había sido incluido, siendo uno de los problemas potenciales que tanto "vigilamos" las enfermeras, en cualquier entorno asistencial. En este sentido se trata de la pareja de baile, dentro de la clasificación diagnóstica, que le faltaba a otro diagnóstico de riesgo muy "socorrido" para la práctica enfermera: el Riesgo de nivel de glucemia inestable (que fue incluido en 2006 por primera vez y revisado en 2013).

En Atención Primaria ambos son muy útiles, seguro. Y en hospitalaria también. Son dos de las técnicas que más infinitamente realizan las enfermeras asistenciales: "tomar" la tensión y el "azúcar". Disculpen la coloquialidad del lenguaje.

El diagnóstico que nos ocupa, Riesgo de presión arterial inestable, se presenta en la clasificación 2018-2020 con dos factores de riesgo: inconsistencia con el régimen medicamentoso y ortostatismo. Además, se presentan 19 condiciones asociadas, entre las que se encuentran: efectos adversos de AINES, retención de líquidos, aumento de la presión intracraneal, respuestas del sistema nervioso simpático, uso de antidepresivos... Respecto a su definición se presenta como un problema de susceptibilidad a fluctuaciones en la fuerza de la sangre a través de los vasos arteriales, lo cual puede comprometer la salud de la persona.

El código de este nuevo diagnóstico de riesgo es el 267 y el nivel de evidencia 2.1. Además, está encuadrado en el Dominio 4, Actividad-Reposo, y clase 4, Respuestas cardiovasculares/pulmonares.


Diógenes Digital Sanitario

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No es fácil tener las historias "al día" pero cuando lo están, es mucho más sencillo trabajar. Y más rápido, claro, pues ganamos tiempo. Historiar bien a un paciente es también dejar constancia clara y suficiente de lo que le sucede en términos de salud y sus cuidados. Registrarlo adecuadamente. Relatarlo. Saber describir la situación. Y no es necesario para ello más tiempo de "escritura" sino un entrenamiento y una sistemática constantes.

El formato y desarrollo de las historias de salud informatizadas han propiciado, durante los últimos años, una acumulación de información que, añadida a la demanda asistencial, provoca que nos encontremos ante un trabajo necesario de "desarme", "deconstrucción", "poda" o, sencillamente, actualización de los datos de historia. Pero, ¡ojo!, el miedo que produce a muchos profesionales este hecho provoca que no ejecuten la tarea y que la información se acumule hasta el punto en que se pierde su objetivo original, informar. El miedo es realmente a borrar "algo importante".

Por aquí decimos siempre que se puede saber si el profesional ha hecho un buen registro cuando otro lee la información y "se entera". Pudiendo hacerse con una imagen clínica evidente para continuar los cuidados y la atención al paciente. Cuando no es así, habrá opciones de mejora en dicho registro de información.

Existen dos conceptos definidos en otros términos pero que nos resultan de utilidad en este discurso: la infoxicación y el síndrome de Diógenes digital. El primero de ellos, la intoxicación, se utilizó para describir la intoxicación mental que produce a una persona el exceso de información cuando busca, por ejemplo en internet, sobre un tema de salud concreto. La falta de capacidad para filtrar la información adecuadamente, provoca un caos cognitivo que precisa de intervenciones oportunas que aclaren y sinteticen los datos reunidos sobre un tema. Muchas de las veces incluso contradictorios. Por otro lado, el síndrome de Diógenes digital es un defecto psicológico que obliga al que lo padece a guardar todo tipo de archivo tecnológico.

Si pensamos por un momento como encontramos muchas de las historias electrónicas, en cuanto a los árboles de problemas y etiquetas estandarizadas de cuidados, podríamos afirmar que existe una alta prevalencia de infoxicación en ellas relacionada con síndrome de Diógenes digital por parte del profesional sanitario que hace el registro. Nada se borra, todo se mantiene... Es gracioso que los pacientes nos dicen no pocas veces: "¡mírelo ahí! ¡que está en la historia! su compañero lo apuntó!" y pensamos: "uff, si supiera dónde lo escribió exactamente..."

Manejar grandes volúmenes de información en las historias de salud informatizadas, manteniendo toda esa información como "activa" es, verdaderamente, un atraso. Tenemos que eliminar la que está desactualizada, la duplicada, la que ofrece dudas y precisa de nuevas valoraciones... siempre dependiendo de cada caso, por supuesto. Lo primero de todo, antes de volver a escribir en historia electrónica, es comenzar por borrar. Porque los resultados serán tan diferentes como un huevo y una castaña.




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