La estratificación de la población es un aspecto clave en la Estrategia nacional para el Abordaje de la Cronicidad. Aunque estemos en tiempos de COVID y vacunación masiva, ir retomando los problemas de salud crónicos de nuestras poblaciones parece una acción prioritaria para evitar mayores complicaciones, sobre todo en los pacientes con más complejidad y necesidades de cuidados. Esta estratificación va ligada a una valoración enfermera integral, así como a la planificación de intervenciones sobre la calidad de vida.
Se sabe que entre las competencias de la enfermera de atención familiar y comunitaria se encuentra el objetivo de identificar las necesidades de cuidado poblacionales y establecer - dirigir "redes centinela" de epidemiología de cuidados (Orden SAS/1729/2010).
Teniendo como propósito los aspectos comentados anteriormente, y tratando de dar un pasito más al ofrecido en la entrada que publicamos hace un tiempo "Georreferenciación de diagnósticos enfermeros", acerquémonos a un problema concreto (como es el Riesgo de caídas) y observemos su distribución en un área de salud como Tenerife. Se trata de una pequeña muestra de uno de los numerosos resultados de nuestro proyecto autonómico financiado "Perfil de funcionalidad biopsicosocial y necesidades de cuidados del paciente crónico de alta complejidad en el Área de Salud de Tenerife" (FIISC ENF19/09) cuya explotación está en curso.
La muestra está conformada por 51.374 pacientes crónicos de alta complejidad, es decir toda la población de este perfil identificada en la isla. La extracción de datos se realizó desde los registros de diagnósticos de NANDA-I de la historia electrónica Drago-AP, de forma anonimizada y previa aprobación por parte del CEIm provincial correspondiente. Para la georreferenciación se procesó la información con el software QGIS®v.3.14.
Como sabemos, las caídas son un problema de Salud Pública (igual que el coronavirus, sí... y además crónico). Según indica la OMS (abril de 2021), las caídas suponen la segunda causa mundial de muertes por traumatismos involuntarios, estimándose un nº total de 684.000 fallecimientos al año. Las personas con 60 o más edad son quienes sufren caídas de consecuencias más graves (mayor mortalidad), produciéndose cada año más de 37 millones de caídas que requieren atención sanitaria.
La OMS sugiere que las estrategias preventivas deben hacer hincapié en educar, capacitar, crear entornos seguros, priorizar la investigación sobre el tema, y establecer políticas eficaces para reducir riesgos... Es aquí cuando entran "en juego" las enfermeras, sobre todo las comunitarias (en nuestra opinión). Y lo hacen fundamentalmente de dos maneras:
1.- Diagnosticando riesgos de caídas: Sabemos que la clasificación de NANDA-I 2021-2023 diferencia además este diagnóstico de riesgo entre adultos y niños, introduciendo dos etiquetas diagnósticas nuevas: Riesgo de caídas en el adulto (00303) y Riesgo de caídas en el niño (00306). Las enfermeras comunitarias debemos cribar a nuestras poblaciones (sobre todo de personas mayores, confinadas y de alta complejidad) para identificar el nivel de riesgo y planificar cuidados familiares en consecuencia.
2.- Planificando cuidados con la mejor evidencia disponible: Existen Guías de Buenas Prácticas en Cuidados, como las de RNAO, que permiten aplicar la evidencia disponible en la práctica asistencial mediante un Programa Internacional como el de Centros Comprometidos con la Excelencia en Cuidados (CCEC/BPSO). En Atención Primaria de Tenerife estamos adscritos a dicho programa y trabajamos en concreto con la Guía de Prevención de Caídas y Disminución de Lesiones Derivadas.
Como primer paso, previo a la implantación de recomendaciones, hemos querido observar la distribución geográfica del problema en nuestra Área de Salud con el perfil, como decíamos, de pacientes crónicos de alta complejidad diagnosticados de Riesgo de Caídas y analizando su frecuencia desde tres variables de localización geográfica: término municipal, Zona Básica de Salud y código postal. Veamos qué encontramos: