Susceptible de sufrir una invasión y multiplicación de organismos patógenos, que puede comprometer la salud.
El Riesgo de infección es un diagnóstico enfermero aprobado en 1986 (de los primeros, por tanto, que se incorporaron a la clasificación de NANDA-I) y revisado en los años 2010, 2013 y 2017. Pertenece al dominio 11, Seguridad/Protección, y a la clase 1, Infección. Si lo ubicamos según necesidades de Henderson, corresponde a la nº 9, Evitar peligros/seguridad. Y si lo hacemos en los patrones de salud de Gordon, se ubica en el primero, Percepción-manejo de la salud.
Está claro que, en estos momentos, es un diagnóstico de aplicación comunitaria urgente. Es una necesidad mundial de primer orden, debido al problema de Salud Pública que ha supuesto la diseminación del virus Covid-19 por todo el mundo. Los cuidados de la salud comunitaria para evitar la expansión son casi el monotema en los medios y redes sociales debido a la pandemia. No se habla de otra cosa. Pero es que no se puede.
Hay que funcionar en comunidad, de forma organizada. Siguiendo las recomendaciones de las autoridades sanitarias y de los gobiernos. Para #frenarlacurva, tal y como se está promoviendo en redes sociales como twitter lo mejor es #quedarseencasa. De verdad, tomémoslo muy en serio, pero con calma. Actuando. Como somos enfermeras, o cuidadólogas, haciendo llegar el mensaje a toda la población. Población que seguramente desconozca cómo evitar la exposición a patógenos (factor de riesgo éste muy importante para el caso que nos ocupa). Dar instrucciones sencillas y claras para controlar las infecciones (NIC 6540) o para protegernos frente a ellas (NIC 6550) son las intervenciones clave en este momento. Y hacerlas llegar a todo el mundo, empleando los medios de los que disponemos, que no son pocos.
Entre los problemas asociados a este dxe 00004 están, como principales, las enfermedades crónicas, la inmunosupresión o los procedimientos invasivos, entre otros. Sabemos cuál es la población de mayor riesgo. Por eso, ante ella, debemos extremar el cuidado.
La alarma social ha despertado a todo el mundo. Para sumirnos en una situación rara, diferente a todo lo anterior. Un poco pesadilla, por lo repetitivo del asunto. Pareciera que estamos delante de un hecho apocalíptico... escenas que descubren otro gran síntoma por la posibilidad de "estar infectado": el miedo, o dicho en terminología de NANDA-I, el Temor. Que se manifiesta inclusive con Ansiedad y también con incertidumbre... La gente ha llenado los supermercados para vaciarlos de alimentos y enseres de primera necesidad, a diestro y siniestro, indiscriminadamente casi. Irracionalmente puede. O no. Yo no lo juzgo. Solamente podemos observar que sucede así.
¿Qué hacer? Pues las enfermeras, en nuestro año de celebración, y en lugar de salir todos muy guapos en fotos y eventos (lo cual está muy bien), debemos trabajar a destajo para atender este gran problema comunitario de forma no individual sino, precisamente, comunitaria y global. Que es como único puede atajarse. Debemos comunicar a la población cómo, entre todos (y solo entre todos), es posible combatir el virus y controlar su expansión. Explicando en los medios, por qué no, algunas pautas de cuidados sencillas, básicas, que podemos y tenemos la obligación -al menos moral- de llevar a cabo. Es fácil (creo): quedarnos en casa principalmente. Aislarnos un poquito y pausar nuestros ritmos de vértigo habituales.
Qué paradoja que un virus, mucho más rápido que nosotros, haya venido a detenernos, a "hacérnoslo mirar", a pausar nuestros tiempos y nuestro entorno generando soledad y vacíos resonantes en espacios públicos normalmente llenos hasta la bandera: plazas, parques, campos de fútbol, teatros, cines... ¡pero también hospitales y centros de salud! Toca vaciarlos.
Igual este suceso inesperado -la llegada del Covid-19- supone un cambio de paradigma en nuestro modelo de atención sanitaria, cuyos edificios han estado siempre llenos "repartiendo" enfermedad y "cultivando bichos por doquier"... Ahora es momento de dirigir la mirada del cuidado de la salud hacia la comunidad, y hacerlo de verdad, potenciando la asistencia domiciliaria, el seguimiento telefónico, la teleasistencia, o incluso el teletrabajo, y otros métodos que probablemente confirmen nuestra sospecha de que este acontecimiento tan negativo para la Salud Pública, la Economía, etc... puede dejarnos algo positivo propiciando, por necesidad imperativa, cambios en un modelo de atención sanitaria que ya estaba caduco y obsoleto, no acorde a los nuevos tiempos.
Creo que habrá un cambio, un antes y un después, inesperado, eso seguro, pero que marcará las bases para el nuevo modelo de cuidados de salud comunitaria... Aunque parece que hemos vuelto al principio, al de las enfermedades infecciosas sin control, aquellas del siglo XIX que arrasaban poblaciones a su paso (salvando las diferencias en este aspecto de letalidad, claro está): peste, cólera, tifus, paludismo, difteria... Al menos en la forma en la que se nos expone en los medios de comunicación, y por las imágenes de la gente desaforada en los supermercados, más parece el Covid-19 un virus que nos fuera a matar a todos antes de 7 días, que uno que puede pasar casi inadvertido (para la inmensa mayoría) con una semanita (o dos si hacen falta) de reposo en casa...