La metodología enfermera, como tal, es la aplicación coherente del método enfermero. Por tanto, la mentirología enfermera es la aplicación incoherente de dicho método. Y ¿cuál es el método? El método enfermero lo definiremos como el conjunto de operaciones ordenadas (aunque tal orden puede ser cambiante) con las que se pretende obtener un resultado. Las operaciones ordenadas a las que nos referimos no son otras que las fases del proceso: valoración, diagnóstico, planificación, implementación y evaluación. A las que debemos añadir, para completar el ciclo, la selección de un enfoque o marco teórico de conceptualización (puede que una teoría de rango medio).
Así, cuando en la práctica cotidiana observamos intentos en vano por acoplar de manera inadecuada o bien el marco de valoración por patrones de salud, o etiquetas de NANDA-I que no significan absolutamente nada, o de objetivos o de intervenciones (meras etiquetas agregadas)... Entonces no estamos delante de una aplicación adecuada del proceso sino de todo lo contrario, estamos jugando a hacer mentirología enfermera, forzando la máquina. Pero como sucede que algunas enfermeras identifican el método científico con el uso de etiquetas de NANDA-I, de NOC y de NIC, entramos en el "todo vale" y en el "esto es lo nuestro", "nuestro lenguaje", "nuestro método"... etc, etc...
Permitan que expresemos desde aquí que toda enfermera que trabaja en la práctica asistencial tiene un método, que además va perfeccionando para buscar alcanzar cada vez mejores resultados en menor tiempo, prestando un cuidado de calidad. Toda enfermera tiene un método, solo que, en el "peor" de los casos, no lo define, no le da tiempo. No lo identifica con palabras, no lo expresa en el registro como quisiera. Porque desafortunadamente no dispone del tiempo para ello. Ni de un sistema de enseñanza-aprendizaje que le permita probar cómo insertar este lenguaje del cuidado -tan rico en potencia- en su práctica cotidiana. Esto es lo que falla (desde nuestro punto de vista).
No hay enfermeras que trabajan con metodología y otras que trabajan sin ella. Eso es inapropiado en esencia. Lo que tenemos delante son mejores o peores posibilidades de hacer buenos registros de cuidado. Y hay que aprender haciendo. Si no, nadie va a venir a imponernos con una varita mágica un modo óptimo para ello. Se aprende haciendo, con ensayos-errores. Solo así perfeccionaremos un sistema de lenguaje de cuidados que describa minuciosamente la práctica hasta el punto de conocer cómo y por qué hacen las enfermeras lo que hacen, justificándolo y compartiéndolo con el resto del equipo de salud y con usuarios y familiares. El resto, lo de poner etiquetas como quien pone pegatinas, eso es mentirología, de la grande.