Quantcast
Channel: El diagnóstico enfermero
Viewing all articles
Browse latest Browse all 249

Nada de NANDA

$
0
0

Cuando el otro día anticipaba alguna nueva intención literaria en clave de humor no pretendía abordar el contenido que viene a continuación para este post pero, dadas las circunstancias, y aprovechando la tesitura, me he dado cuenta de que este título me vale también ahora. Y es que, en efecto, no hablaremos nada de NANDA. Aunque hablaremos de método, de procedimientos y de práctica. Pero no de lenguaje "técnico". Quizás sí de lenguaje coloquial, el de los pasillos del hospital o del centro de salud. Aquel lenguaje que utilizan los usuarios para referirse a "nosotros", quienes nos dedicamos a prestarles cuidados. Y permítanme que lo haga ahora en referencia a las técnicas. Porque es eso en lo que quiero detenerme. Todo en relación a experiencias propias, vivencias del día a día. De hoy mismo e incluso también de ayer. No pocas son las veces que he "criticado" las técnicas enfermeras como algo no "sustancial" al sentido del cuidado. Me encargo muy a conciencia de hacer entender a los alumnos que las técnicas del cuidado no son las que definen la profesión. Pero, sabemos todos que son parte del cuerpo y alma de lo que hacemos. Pues es en el cómo lo hacemos, en la labor asistencial, donde está parte del arte del cuidar. Lo sabemos y lo sentimos. Y también a la inversa. Cuando dejamos de practicar la labor asistencial del cuidado enfermero sentimos lo que perdemos. Sentimos que vamos perdiendo algo, la "mano". Aunque tampoco lo queremos reconocer. Porque duele tal vez. Porque lo hemos hecho bien hasta el momento. Y perdemos el hábito (yo creía que no tanto), la pericia y la certeza. Al dejar de hacer técnicas, sobre todo aquellas que requieren de mayor "finura" o destreza manual perdemos algo de lo que somos. Nos llegamos a sentir menos enfermeros. Sé que racionalmente esto no es así exactamente pero en el campo de los sentimientos lo vivimos así. Al menos así me está pasando a mí. Creemos que somos menos o peores enfermeros cuando tenemos dificultades, problemas y hasta miedo, en el desempeño de técnicas que requieren de cierta destreza y que deben ser realizadas "bajo presión", con tiempos muy delimitados y bajo la rigurosa mirada del paciente-familia. Pensamos que las técnicas son como montar en bicicleta (y puede ser) pero, claro, esto lleva volver a montarse en la bici y sentir el equilibrio y pedalear. Somos capaces y lo conseguiremos pero en esos dos pasos hay un miedo enorme a caerse y algún amago incluso que no lleva a suelo. Es curioso, pero suele suceder así, que no me siento menos enfermero cuando no soy capaz de explicar bien algo a un alumno o cuando no consigo publicar donde pretendía... No, no, no. Me siento menos enfermero sobre todo cuando no consigo canalizar una vena, suturar como pretendía, responder a una urgencia con rapidez... Ahí sí que me siento menos enfermero. Y seguramente es porque ahí sea donde "esté" la enfermería. En la labor asistencial profesional diaria. En la resolución de problemas y cuidados de salud a los usuarios. Estamos de acuerdo. Aunque luego digamos aquello de que entre las funciones enfermeras también están la docencia, la gestión y la investigación. Quienes nos dedicamos más de lleno a alguna/s de estas otras funciones sentimos la pérdida de lo asistencial, y perdemos además nuestro arte en tales labores. No se nos identifica ya como enfermeros sino como profesores, gestores o investigadores. Pues el enfermero o la enfermera en términos coloquiales, también entre profesionales sanitarios, es aquel que trabaja en lo asistencial. Por eso me gusta afirmar, desde el convencimiento sustentado en mi experiencia, que para ser buen docente, gestor e investigador en cuidados hay que conocer de cerca, o permanecer no muy lejos de las realidades asistenciales. Y cuantas más mejor. Pues la enfermería que conocemos efectivamente necesita de su consideración como arte manual para no perder la esencia por la cual es tan imprescindible. Y quienes por los motivos que sean no estamos en la "primera línea de la batalla" debemos acercarnos a menudo para tomar el pulso de lo que sucede. Y palparlo y explorarlo y sentirlo. Y volver a subirnos en nuestras bicicletas para disfrutar del camino tan hermoso que resulta el poder participar del cuidado de otros, siendo conscientes de que también nosotros somos humanos y cometemos errores que deben servirnos para seguir intentándolo cada día. Sin desistir.

Viewing all articles
Browse latest Browse all 249

Trending Articles