La formación de médicos y enfermeras en el método clínico como metodología para su actividad profesional les condiciona una estructura de pensamiento que es en esencia opuesta a la que se emplea en la investigación clínica.
Si se observa la actuación en consulta de un médico o una enfermera ante su objeto de trabajo, el paciente, se aprecia en el profesional la ejecución de un proceso de obtención de señales verbales generadas por el sujeto, señales de apreciaciones visuales, táctiles, incluso olfativas, y señales en forma de resultados de pruebas de laboratorio clínica e imagenología indicadas por el pre-establecimiento de una conjetura o hipótesis, el juicio o diagnóstico clínico presuntivo, a partir del establecimiento gestáltico u holístico de los vínculos entre todas las señales, síntesis basada en un criterio experto que será sometido a comprobación con los resultados de las decisiones terapéuticas tomadas a partir de ella. Es decir, toda la información empírica, los datos, que se obtienen son extractados, sumariados, en una hipótesis. Sobre la bondad de tal proceder desde los años 80 se ha verificado su fallo en no pocos casos a partir de estudios de anatomía patológica donde se han contrastado diagnósticos pre y post mortem1-5.
Si se observa la actuación en la investigación clínica, este proceder se invierte: lo primero que se establece en un estudio clínico es una conjetura, la hipótesis, una respuesta intuida por los investigadores a la pregunta que origina la investigación. Todo el esfuerzo posterior al establecimiento de esta hipótesis es un proceso de obtención de señales, los datos empíricos, que se producen con el objetivo de intentar refutar esa hipótesis de partida y, si no se logra, concluir que, al menos en esta ocasión, parece cumplirse. Este proceder tiene, a diferencia del método clínico, un fallo estructural de lógica que consiste en la imposibilidad de comprobar que las señales recabadas, los datos obtenidos, conforman una muestra representativa del cumplimiento de la conjetura en su generalidad, en población, puesto que el método estadístico que se emplea en la mayoría de los casos para intentar refutar la hipótesis no asegura que se haya cometido un error sistemático en la producción de las señales operando sobre una muestra de datos que no es representativa de lo que ocurre en general. El parche que se suele esgrimir a este problema es que la probabilidad de que muchos estudios idénticos estén errados es muy baja, por lo que si varios coinciden en el no rechazo de la hipótesis esta debe ser cierta. Tal argumento tiene dos contradicciones lógicas, la primera es que no se realizan estudios idénticos y la segunda, fundamental, es que el acúmulo de demostraciones parciales de una conjetura no garantiza su veracidad universal, ni aún en la mayoría de casos.
La moraleja de esta reflexión es que para la realización de estudios clínicos que sigan el método científico se requiere un cambio en el enfoque de la práctica a la investigación clínica en los profesionales de la salud que se involucren en lo segundo, cambio que se obtiene con una formación en metodología de la investigación que les dote de una estructuración mental o de organización del pensamiento diferente, de los criterios críticos y las habilidades necesarias para una adecuada ejecución de un estudio clínico. Mucha de la mala calidad de la bibliografía médica y enfermera que se dispone en las revistas clínicas es su naturaleza pseudocientífica con origen en la deficiente preparación de los ejecutores de su producción en una metodología adecuada para el abordaje de las cuestiones que se plantean resolver. Formación y formación antes de meterse en investigación.
Bibliografía consultada:
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The value of the autopsy in three medical eras.
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http://dx.doi.org/10.1056/NEJM198304283081704 | Medline
2-Batlle RM, Pathak D, Humble C..
Factors influencing discrepancies between premortem and post-mortem diagnoses.
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3-Stevanovic G, Tucakovic G, Dotlic R, Kanjuh V..
Correlation of clinical diagnoses with autopsy findings: a retrospective study of 2,145 consecutive autopsies.
Hum Pathol, 17 (1986), pp. 1225-30
4-Cameron HM, McGoogan E, Watson H.
Necropsy: A yardstick for clinical diagnosis.
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Diagnostic yield of the autopsy in a university hospital and a community hospital.
N Engl J Med, 318 (1988), pp. 1249-54
http://dx.doi.org/10.1056/NEJM198805123181906 | Medline